BLOG DE ANA M. BRIONGOS


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31.1.22

1996 primer viaje del fotógrafo Toni Catany a la India






Hace veinticinco años del primer viaje de Toni Catany a la India.

La catalizadora de aquel viaje fue nuestra amiga común Luisa Rubio, a la que pocos años  antes habíamos acompañado a Irán, Toni Catany y yo, donde ella iba a reencontrarse con Behrooz, su marido iraní, después de años de separación debido a la Revolución y a la guerra. Luisa fue quien nos presentó a Ravi, el amigo indio de Behrooz, y a su esposa Vinu, que vivían en Londres.


A finales de 1996, Ravi Khosla y Vinu querían celebrar su 25 aniversario de boda con un viaje por la India y nos propusieron acompañarles.


En noviembre de ese año salimos Toni Catany, mi marido Toni Alsina y yo, de Barcelona;  Luisa y Behrooz de Teherán; Ravi y Vinu de Londres y nos encontramos en la casa de los padres de Ravi en Nueva Delhi donde también vivían el hermano de Ravi, su esposa y los hijos jovencitos. Nada más llegar, Catany se hizo confeccionar unas camisas con telas de algodón estampado y un chaleco de lana negro al estilo Nehru, le encantaban los tejidos. Los mercados y las calles llenas de gente y de rickshaws de la ciudad vieja le fascinaron. En la esquina desconchada de un antiguo monumento fotografió al joven del gorro, fotografía que luego hemos visto en publicaciones y exposiciones.





Sentados todos en la amplia cama de los abuelos, uno de los puntos de reunión de la casa, Ravi nos explicó el viaje que había preparado, a la vez que Catany hacía retratos a los miembros de la familia.

 

Salimos de Delhi en tren hasta Jaipur y allí tomamos el Palace on Weels, un tren de lujo formado con los vagones de los antiguos maharajás, que hace un recorrido por el Rajastán parando en diferentes estaciones, desde donde visitamos las ciudades y monumentos más importantes así como el desierto fronterizo con Pakistán, donde Catany fotografió al camellero de los pendientes.




Después volamos a Madrás, hoy Chennai (Tamil Nadu), y participamos en la peregrinación a Tirupati (Andhra Pradesh), un monasterio, el más rico de la India, situado en lo alto de una montaña rodeada de niebla. A las cuatro de la madrugada nos habían concedido la entrada al templo. Era negra noche y teníamos que ir descalzos desde el hotelito para peregrinos, donde las familias ocupaban por horas las habitaciones mientras esperaban el turno de entrar en el templo. La humedad era intensa, las mantas en las camas estaban mojadas, nadie las cambiaba, y para poder dormir tuvimos que hacerlo sobre papeles de periódico. Andábamos a oscuras con los pies hundidos en el barro, esquivando ratas, mientras unos altavoces llenaban el espacio con cantos que nos parecían inquietantes. La cola para entrar al templo se hacía entre rejas en un recorrido helicoidal, finalmente pudimos entrar empujados por monjes obesos con la cara pintada de blanco y de amarillo y el torso desnudo. Todo era fantasmagórico. La cola se iba apretando cuando nos acercábamos a la divinidad, el Señor Venkatwara, una figura vestida con brocados y cubierta de flores, a la que casi no pudimos ver debido al agobio causado por el fervor de los peregrinos.


Visitamos después Mahabalipuram y sus antiguos templos de los siglos III-VII, de granito, excavados en la roca, y las playas cercanas donde Catany recogía caracoles y conchas que después utilizaría en sus altares profanos.





Toni Catany no hablaba ni una palabra de inglés, no sabía decir ni los números, así que teníamos que ayudarle siempre para hacer las transacciones en las tiendas, pero cuando se trataba de tomar fotografías no tenía ningún problema con la lengua. Se acercaba discretamente a quien quería retratar, le hablaba en puro mallorquín y sorprendentemente aquella persona hacía lo que Toni le decía que hiciera.


Volamos a Bangalore (Karnataka) ciudad puntera de la informática, donde nos encontramos con personajes vestidos de Papa Noël y de Micky Mouse, se acercaba la Navidad. 


Seguimos viaje hacia Trivandrum (Kerala), descansamos en la playa de Kovalam donde los pescadores arrastraban las redes llenas de peces relucientes que todavía saltaban. Las barcas y los peces fascinaban a Catany. Al atardecer se refugiaba en casa del anticuario donde disfrutaba entre tankas tibetanos, cadenas de plata, miniaturas y escogía y compraba objetos de buen gusto para sus amigas. Siempre se acordaba de sus amigas.


Por último embarcamos para navegar hacia el norte por los backwaters de Kerala. Las noches en el pequeño barco eran oscuras y silenciosas pero al amanecer se despertaba la vida en la selva y nos ofrecía un concierto emocionante.


Al llegar a Barcelona Toni Catany preparó tres álbumes con las fotografías del viaje que consideró más adecuadas y nos regaló uno a cada pareja. Aún no se había pasado al sistema digital y tenía que revelar e imprimir las fotografías.


Después de aquel viaje siguieron otros dos para asistir a las bodas de los hijos del Ravi en Delhi, en las que aprovechamos para visitar diferentes estados del norte de la India.


Los tres últimos viajes fueron a Calcuta, ahora Kolkata (Bengala Occidental), donde yo había pasado largas temporadas para escribir el libro ¡Esto es Calcuta! y donde conservo muy buenos amigos. Aprovechando la proximidad viajamos a Bangladesh. En Daca le robaron la Leica digital que acababa de comprarse, se lo tomó bastante bien, las emociones del viaje le hicieron olvidar el disgusto inicial. También hicimos una escapada al Gujarat para visitar los templos de su sueño, Palitana. Aquella visita resultó una decepción para él, la historia es larga de contar, pero de allí salió una de las mejores fotografías, en mi opinión, que ha tomado Toni Catany.


Él y yo pasamos una Navidad en Calcuta y un enero en Benarés donde hacía un tiempo endemoniado y un frío extremo.

 

En Calcuta se relacionó con fotógrafos del país con los que compartía largos paseos fotográficos. Los amigos bengalíes lo amaban, los retrataba a todos y les llevaba al siguiente viaje copias de gran tamaño para enmarcar. En sus casas siguen colgando de la pared las fotografías familiares tomadas por Toni Catany.


Para saber la historia del viaje a Palitana leer en este mismo blog:

http://pasionviajera.blogspot.com/2014/03/toni-catany-el-fotografo-el-viajero-la.html


2 comentarios:

Anónimo dijo...

anajon
escribo estas líneas porque soy un testa duro
tu blog ya me tiene sabiamente calificado/clasificado como spam
y no publica ni una letra q escribo
revivo con tus profundas líneas la no menos entrañable experiencia de mi viaje a india
tourist
pero vivida a 1000 por hora
full
biiiiigkísssss
superj

Anónimo dijo...

me rindo
no t a n super