BLOG DE ANA M. BRIONGOS


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19.12.22

Nigeria, la entrega (El baúl misterioso, 2ª parte)



Cuando Luisa Guadayol, mi madre, ya muy anciana, decidió cambiar de casa y descubrió el baúl, guardado en el sótano, que le había dejado en custodia hacía cuarenta y cinco años Emmanuel Adewale Oyenuga, fotógrafo y artista nigeriano, su deseo fue devolver el contenido a su dueño o a su familia.




Emmanuel, que se hacía llamar Prince, había llegado a Barcelona en 1968 con una beca para estudiar arte en la Escuela Massana. Allí conoció a mi madre que lo trató como a un hijo. Poco después llegó su esposa Elizabeth que también fue bienvenida. Cuando al cabo de unos pocos años decidieron mudarse a Londres, dejaron el baúl con la idea de volver a recogerlo. Nunca volvieron y quedó olvidado en el sótano.


El baúl había estado cerrado durante todo ese tiempo y antes de moverlo había que ver qué contenía. En su interior encontramos cientos de fotos de Nigeria años 60, cientos de cartas, cuadernos de notas, dibujos, lápices, pinceles y pinturas, libros, discos y un gran cuchillo con funda de cuero de 70 cm. Además de vestimentas tradicionales y telas africanas. La historia de una familia Yoruba en tiempos de la guerra de Biafra. La historia de Nigeria.



 



Para facilitar su traslado pusimos el contenido en una antigua maleta de cuero, descartando papeles en blanco, pinceles y botes de pinturas en mal estado, rulos para el pelo, peines y clips pues Elizabeth era peluquera.


Luisa escribió a las direcciones que figuraban en los remitentes de las cartas que recibía Emmanuel, sin obtener respuestas. 

Luisa murió en el 2016 a punto de cumplir los 99 años y me dejó encomendada la maleta y su deseo de que fuera devuelta a sus dueños. Había pues que encontrarlos.

Parecía fácil ya que hoy en día creemos que todo el mundo está localizable a través de las redes sociales y de Internet. No es así.


Expliqué la historia a mi amiga la doctora Carmen Pérez González, profesora de la Universidad de Wuppertal y especialista en historia de la fotografía que, entusiasmada, empezó a investigar sobre el archivo fotográfico que yo le mandé por email.



Buscando a Emmanuel y Elithabeth en las redes.


Me puse en contacto con Foto Colectania, una galería de Barcelona, y les enseñé las fotografías. Pepe Font de Mora, su director, me dio el email de Azu Nwagbogu, un “curator nigeriano, fundador de la African Artists Foundation (AAF) y organizador del Lagos Photo Festival. Le escribí un mensaje contándole la historia y adjunté algunas fotos. Me respondió a vuelta de correo: “Me interesa mucho esta historia, si no fuera por la pandemia cogería un vuelo y iría inmediatamente a Barcelona pero, como eso no es posible ahora, voy a pedirle a Moritz Neumüller, un historiador de la fotografía que vive cerca de Barcelona, que vea el archivo y confirme la importancia que yo creo que tiene”.


Moritz y Verónica fotografían el archivo

 

Vino Moritz a casa, revisó el archivo y, de acuerdo con Azu, decidieron que había que escanear las fotos y las cartas y documentar el contenido entero de la maleta. Así se hizo. Estuvieron él y Verónica Losantos fotografiando las fotos y escaneando las cartas. 

Emmanuel guardaba las cartas que recibía y hacía copia de las que él escribía y mandaba. Hay cartas escritas en inglés y otras en yoruba. En la African Artists Foundation (AAF) tradujeron al inglés las que estaban en yoruba.

Azu montó un equipo para investigar el archivo, formado por Asya Yagmurian en Berlín, Carmen Perez González en Colonia, Moritz Neumuller y yo en Barcelona y Azu y su AAF en Lagos.

En junio de 2021, con la pandemia de baja, Azu y Asya pudieron viajar a Barcelona, para ver el archivo y organizar la búsqueda de sus propietarios.




Durante el Lagos Photo Festival, octubre-noviembre 2021, la AAF publicó unas postales que se repartieron entre los visitantes, con las fotografías de Prince Emmanuel Adewale Oyenuga, de Elizabeth y de otros personajes que salían en el archivo y una nota en la parte posterior explicando que se buscaba a esas personas.




Postal publicada por LAGOSPHOTO

 

Se buscó sin éxito en la embajada de Nigeria en Londres, en la de Madrid, en las asociaciones de nigerianos de Barcelona y Londres. 

Llegamos a pensar que nunca encontraríamos a Emmanuel o a su familia.

La agencia de fotografía Magnum organizó un Zoom internacional en junio del 2021 para discutir sobre la propiedad de archivos cuyos dueños han desaparecido y el ejemplo era nuestra maleta.


En febrero de 2022 la AAF nos invitó para que viajáramos a Lagos, a Moritz, a Asya y a mí, con la idea de que siguiéramos buscando sobre el terreno.

En la sede de la AAF habían montado una exposición con la foto de Prince Oyenuga de gran tamaño y copias de las fotos del archivo que parecía un altar. Allí mismo se hizo una presentación para los artistas y amigos de la Fundación. Al día siguiente se presentó a una comisión de la UE que había viajado a Lagos y visitaba la AAF. 

Moritz, Asya y yo acompañados por Julius de la AAF recorrimos las calles abigarradas de Lagos con las direcciones de los estudios fotográficos donde había trabajado Emmanuel Adewale y también las de su familia. Después de mucho caminar en una búsqueda sin éxito, porque los estudios fotográficos de hace cincuenta años ya no existen, Moritz y Julius encontraron la casa de la familia, en 5 Origiri Street. En la fachada, junto al tejado, con grandes letras blancas sobre fondo marrón, estaba escrito OYENUGA'S HOUSE. Gran alegría, eso sí era algo que nos acercaba a nuestro objetivo. Pero la familia ya no vive en aquella casa. Una mujer de una tienda cercana tenía el teléfono de una parienta de la familia que vive fuera de Lagos.



Oyenugas House


Después viajamos a Abuja, la capital de Nigeria, invitados por la Embajada de España  que organizó una presentación para los medios de comunicación. Todo ello con el objetivo de difundir la historia de la maleta y encontrar a su propietario.



En la Embajada de España en Abuja Ana con el embajador Juan Dell, la embajadora de Cuba, Princess Onandunny y Azu Nwagbogu.

Después de ese viaje, la AAF quedó encargada de llamar a la parienta de la familia y seguir la pista. Hablaron con ella por teléfono, la invitaron a Lagos y le enseñaron las copias de las fotos del archivo. Y ¡sí, los reconoció! Prince Emmanuel Adewale Oyenuga era su tío, Elizabeth su tía. Desgraciadamente su tío había fallecido en el año 1979 en un accidente de coche. Pero Elizabeth sigue viva y está con su hijo, Doyin, y su familia, cerca de Lagos. La tía Oyenuga facilitó el teléfono de Doyin a sus entrevistadores de la AAF.



La tía reconoce a su sobrino en las fotos. 

Cuando supe esta noticia entendí por qué nunca regresaron a buscar el baúl. Los misterios se iban aclarando.


Desde la AAF llamaron a Doyin para explicarle que una señora de Barcelona tenía una maleta que había dejado su padre cuando estuvo en aquella ciudad…

Doyin no entendía lo que le estaban contando y los despidió diciendo que estaba muy ocupado y no tenía tiempo para historias.

Los de AAF se sintieron incapaces de seguir adelante y me pasaron el teléfono de Doyin para que siguiera yo con las pesquisas.


Escribí un WhatsApp a Doyin. Sin respuesta. Un segundo mensaje. Sin respuesta. Llamé por teléfono. Sin respuesta. Entonces decidí escribir un tercer y último mensaje con toda la carga sentimental de la que fuera capaz junto con unas fotos de él cuando era pequeño, fotos que se habían llevado sus padres cuando lo dejaron con sus abuelos en Nigeria, para ver si ablandaba el corazón de Doyin. Y surtió efecto. Un día de verano muy caluroso, mientras hacíamos la siesta, sonó el teléfono. Era Doyin. Estaba dispuesto a hablar, pero primero debíamos intercambiar fotografías actuales de nosotros y de nuestras familias. Él mandó una foto con un pie que decía “Prince Adedoyin Oyenuga, hijo varón mayor y heredero de Prince Emmanuel Adewale Oyenuga”. Después llegó una foto de él con su esposa. Yo le mandé una foto con Toni, mi marido. A partir de aquí, le empecé a contar la historia de la maleta y de su padre y su madre en Barcelona, de mi madre, del largo tiempo transcurrido hasta encontrarlo y de la mucha gente que había ayudado en esa búsqueda. Todo lo que le contaba era nuevo para él. Le dije lo que contenía la maleta y que no tenía ningún valor económico, sólo sentimental. Y finalmente le comuniqué mi intención de viajar a Nigeria en Noviembre para entregarle la maleta puesto que ese era el deseo de mi madre que la había guardado durante décadas. Estuvo de acuerdo e incluso me dijo que estaba muy contento.


Mi hermano Miguel que había mantenido una buena amistad con Emmanuel y Elizabeth,  igual que yo cuando estaban en Barcelona, expresó su deseo de unirse al viaje.

El 22 de octubre con Moritz y su colaboradora la fotógrafa Irene Pietrella dimos el último vistazo al contenido de la maleta y se tomaron nuevas fotos.


A principios de noviembre de 2022, coincidiendo con el LagosPhoto22 Festival, viajamos a Lagos, Toni y yo desde Barcelona con la maleta y Miguel y Marta desde Madrid donde viven.



Marta, Ana, Toni y Miguel en Lagos con la maleta.

El lunes 7 de noviembre la Embajada de España organizó, en su Consulado de Lagos, una ceremonia para la entrega de la maleta a la familia Oyenuga.




El acto tuvo lugar en el jardín del consulado donde habían instalado una carpa, varias filas de sillas para los invitados, una mesa donde nos sentamos Azu, Doyin, Eva Barta de la embajada y yo. Presentó el acto el cónsul Daniel Losada, estando invitados la familia Oyenuga, Doyin, su esposa Esther Abosede, un hijo Ademayowa y una hija Aderonke (tienen dos hijas más, Adetolani y Kanisola, que no vinieron por estar estudiando en la universidad). Elizabeth tampoco vino porque sufre de Alzheimer. El embajador excusó su presencia porque estaba presentando credenciales en Benin. 



La familia Oyenuga con Ana, Miguel y Azu.
En las fotos Luisa Guadayol y Prince Emmanuel Adewale Oyenuga

La familia Oyenuga se había desplazado a Lagos para asistir a la ceremonia desde Ogun State donde viven en la actualidad. Asimismo asistieron representantes de la prensa, TV y medios de comunicación nigerianos, miembros de la AAF, de l’Alliançe Française y otros asistentes que desconozco.



Ana y Doyin 


A nuestra espalda habían colocado un gran póster con la fotografía de Emmanuel y un letrero “Unpacking the suitcase handover”, a un lado la foto de mi madre Luisa Guadayol y la pintura a gran tamaño de un artista nigeriano con su particular interpretación del tema.

Hubo parlamentos y finalmente abrimos la maleta en cuyo interior Doyin vio emocionado las fotografías donde se reconoció a sí mismo de pequeño, reconoció a sus padres, a sus abuelos, bisabuelos y otros miembros de la familia y decidió volverlo a guardar todo para descubrirlo con calma en casa junto a su familia. Lástima que Elizabeth ya tenga la mente en otro mundo y no pueda compartir estas emociones.



Los hijos de Doyin se llevan la maleta.


Volvimos a casa con la sensación de “misión cumplida”. Durante el viaje de regreso hablábamos divertidos mi hermano y yo sobre el comentario de un amigo nigeriano al saber que el nombre de nuestro padre era Restituto, -¿llevaba ya implícito, su nombre, un signo esotérico de nuestra futura misión?- decía, puesto que actualmente en África y en Nigeria en particular, se habla de “restitution” de lo que habían expoliado los colonizadores y que ahora exhiben en sus museos. Como ejemplo están los bronces de Benin. Aunque restitución, entre otros significados, es la devolución de algo que ha sido robado, en nuestro caso, no se trataba de eso sino de la devolución de algo que fue dejado en depósito.


Ha sido un acto de buena voluntad y así lo ha entendido la familia Oyenuga y las personas que han participado en él, todos de manera altruista, y también aquellos que aquí y allá han sabido de esta aventura.


Nosotros hemos reanudado una amistad que empezó hace cincuenta años, una historia de emigración, incertidumbre, lejanía, sufrimiento, acogida, amistad, intercambio de vivencias, ayuda mutua y cariño.


Nota:

Ver la parte 1 de esta historia, entrada el 28/8/2014 en este blog "El baúl misterioso"

http://pasionviajera.blogspot.com/2014/08/el-baul-misterioso.html?m=1


31.1.22

1996 primer viaje del fotógrafo Toni Catany a la India






Hace veinticinco años del primer viaje de Toni Catany a la India.

La catalizadora de aquel viaje fue nuestra amiga común Luisa Rubio, a la que pocos años  antes habíamos acompañado a Irán, Toni Catany y yo, donde ella iba a reencontrarse con Behrooz, su marido iraní, después de años de separación debido a la Revolución y a la guerra. Luisa fue quien nos presentó a Ravi, el amigo indio de Behrooz, y a su esposa Vinu, que vivían en Londres.


A finales de 1996, Ravi Khosla y Vinu querían celebrar su 25 aniversario de boda con un viaje por la India y nos propusieron acompañarles.


En noviembre de ese año salimos Toni Catany, mi marido Toni Alsina y yo, de Barcelona;  Luisa y Behrooz de Teherán; Ravi y Vinu de Londres y nos encontramos en la casa de los padres de Ravi en Nueva Delhi donde también vivían el hermano de Ravi, su esposa y los hijos jovencitos. Nada más llegar, Catany se hizo confeccionar unas camisas con telas de algodón estampado y un chaleco de lana negro al estilo Nehru, le encantaban los tejidos. Los mercados y las calles llenas de gente y de rickshaws de la ciudad vieja le fascinaron. En la esquina desconchada de un antiguo monumento fotografió al joven del gorro, fotografía que luego hemos visto en publicaciones y exposiciones.





Sentados todos en la amplia cama de los abuelos, uno de los puntos de reunión de la casa, Ravi nos explicó el viaje que había preparado, a la vez que Catany hacía retratos a los miembros de la familia.

 

Salimos de Delhi en tren hasta Jaipur y allí tomamos el Palace on Weels, un tren de lujo formado con los vagones de los antiguos maharajás, que hace un recorrido por el Rajastán parando en diferentes estaciones, desde donde visitamos las ciudades y monumentos más importantes así como el desierto fronterizo con Pakistán, donde Catany fotografió al camellero de los pendientes.




Después volamos a Madrás, hoy Chennai (Tamil Nadu), y participamos en la peregrinación a Tirupati (Andhra Pradesh), un monasterio, el más rico de la India, situado en lo alto de una montaña rodeada de niebla. A las cuatro de la madrugada nos habían concedido la entrada al templo. Era negra noche y teníamos que ir descalzos desde el hotelito para peregrinos, donde las familias ocupaban por horas las habitaciones mientras esperaban el turno de entrar en el templo. La humedad era intensa, las mantas en las camas estaban mojadas, nadie las cambiaba, y para poder dormir tuvimos que hacerlo sobre papeles de periódico. Andábamos a oscuras con los pies hundidos en el barro, esquivando ratas, mientras unos altavoces llenaban el espacio con cantos que nos parecían inquietantes. La cola para entrar al templo se hacía entre rejas en un recorrido helicoidal, finalmente pudimos entrar empujados por monjes obesos con la cara pintada de blanco y de amarillo y el torso desnudo. Todo era fantasmagórico. La cola se iba apretando cuando nos acercábamos a la divinidad, el Señor Venkatwara, una figura vestida con brocados y cubierta de flores, a la que casi no pudimos ver debido al agobio causado por el fervor de los peregrinos.


Visitamos después Mahabalipuram y sus antiguos templos de los siglos III-VII, de granito, excavados en la roca, y las playas cercanas donde Catany recogía caracoles y conchas que después utilizaría en sus altares profanos.





Toni Catany no hablaba ni una palabra de inglés, no sabía decir ni los números, así que teníamos que ayudarle siempre para hacer las transacciones en las tiendas, pero cuando se trataba de tomar fotografías no tenía ningún problema con la lengua. Se acercaba discretamente a quien quería retratar, le hablaba en puro mallorquín y sorprendentemente aquella persona hacía lo que Toni le decía que hiciera.


Volamos a Bangalore (Karnataka) ciudad puntera de la informática, donde nos encontramos con personajes vestidos de Papa Noël y de Micky Mouse, se acercaba la Navidad. 


Seguimos viaje hacia Trivandrum (Kerala), descansamos en la playa de Kovalam donde los pescadores arrastraban las redes llenas de peces relucientes que todavía saltaban. Las barcas y los peces fascinaban a Catany. Al atardecer se refugiaba en casa del anticuario donde disfrutaba entre tankas tibetanos, cadenas de plata, miniaturas y escogía y compraba objetos de buen gusto para sus amigas. Siempre se acordaba de sus amigas.


Por último embarcamos para navegar hacia el norte por los backwaters de Kerala. Las noches en el pequeño barco eran oscuras y silenciosas pero al amanecer se despertaba la vida en la selva y nos ofrecía un concierto emocionante.


Al llegar a Barcelona Toni Catany preparó tres álbumes con las fotografías del viaje que consideró más adecuadas y nos regaló uno a cada pareja. Aún no se había pasado al sistema digital y tenía que revelar e imprimir las fotografías.


Después de aquel viaje siguieron otros dos para asistir a las bodas de los hijos del Ravi en Delhi, en las que aprovechamos para visitar diferentes estados del norte de la India.


Los tres últimos viajes fueron a Calcuta, ahora Kolkata (Bengala Occidental), donde yo había pasado largas temporadas para escribir el libro ¡Esto es Calcuta! y donde conservo muy buenos amigos. Aprovechando la proximidad viajamos a Bangladesh. En Daca le robaron la Leica digital que acababa de comprarse, se lo tomó bastante bien, las emociones del viaje le hicieron olvidar el disgusto inicial. También hicimos una escapada al Gujarat para visitar los templos de su sueño, Palitana. Aquella visita resultó una decepción para él, la historia es larga de contar, pero de allí salió una de las mejores fotografías, en mi opinión, que ha tomado Toni Catany.


Él y yo pasamos una Navidad en Calcuta y un enero en Benarés donde hacía un tiempo endemoniado y un frío extremo.

 

En Calcuta se relacionó con fotógrafos del país con los que compartía largos paseos fotográficos. Los amigos bengalíes lo amaban, los retrataba a todos y les llevaba al siguiente viaje copias de gran tamaño para enmarcar. En sus casas siguen colgando de la pared las fotografías familiares tomadas por Toni Catany.


Para saber la historia del viaje a Palitana leer en este mismo blog:

http://pasionviajera.blogspot.com/2014/03/toni-catany-el-fotografo-el-viajero-la.html