Este verano, entre julio y agosto he estado en Kolkata, India. Era época de monzón y todos los días, a intervalos, caía una intensa cortina de agua que dejaba encharcadas las calles, algunas de de las cuales se convertían en ríos caudalosos. El intenso calor húmedo hacía que la piel nunca se secara y los ventiladores volteaban permanentemente, de día y de noche.
Refugiadas en el estudio de mi amiga la escultora y ceramista Falguni Bhatt, reguardadas de la lluvia pero contemplándola caer en el patio del estudio cuyas paredes ennegrecidas por el musgo y agrietadas, alojan las raíces de plantas, incluso árboles, que crecen y florecen arrapados al muro, hablábamos de libros.
Me recomendó con vehemencia un libro que había leído hacía poco: Jorasanko, de Aruna Chakravarti. “En este libro se cuentan 200 años de historia de las mujeres de la casa de los Tagore”.
Una historia nunca contada en profundidad pues siempre se habla de los hombres de esa poderosa familia, especialmente del laureado Rabindranath Tagore, primer Premio Nobel de Asia (1913
Rabindranath Tagore |
Me empezó a interesar Tagore y su familia a partir del momento en que me instalé en Calcuta, hace años, para escribir mi libro ¡Esto es Calcuta!. La fotografía de Rabindranath aparecía por doquier, aquel personaje alto y delgado vestido con una túnica que le cubría hasta los pies, de piel oscura y larga melena y larga barba blancas, estaba presente en tiendas, en casas particulares, en calles y plazas. Sus canciones, compuso miles de ellas, se oían en la radio y las cantaban los niños en la escuela. Además, como cuento en el libro, mi madre, profundamente afectada por los terribles acontecimientos vividos durante la guerra civil española, sólo veía un resquicio de luz leyendo a Tagore en las ediciones de la época, en castellano y catalán. Por lo que ya visto desde Calcuta, se cerraba para mí un círculo tagoriano familiar.
Corrí a comprarme el libro Jorasanko que me recomendaba Falguni.
Jorasanko es el nombre de la casa familiar de los Thakur o Tagore como les llamaron los ingleses, la familia más rica y famosa de la época colonial británica. Situada en el centro antiguo de la ciudad, hoy alberga una universidad, lo que da idea de su tamaño.
Los Thakur habían llegado a la zona próxima al nuevo puerto de Calcuta desde otra región de la India pero como eran brahmanes y, por lo tanto, letrados, fueron invitados por los pescadores de la zona para hacer de intermediarios con los ingleses, los nuevos amos, con los que no había manera de entenderse. De este modo se convirtieron en los primeros estibadores y empezaron a hacer fortuna.
Dwakarnath Thakur |
El más conocido de la saga Thakur fue Dwakarnath, abuelo de Rabindranath. Un riquísimo hombre de negocios que llegó a tener empresas de seguros, plantaciones de índigo, barcos, e incluso fue recibido por la reina Victoria de Inglaterra. En su casa se celebraban las fiestas más suntuosas de la ciudad de Calcuta, donde los invitados británicos comían y bebían, aunque él, estricto practicante en materia alimenticia de la tradición hinduísta, no comía nunca con ellos.
A los quince años lo casaron con Digambari, una niña de cinco y, como mandaba la tradición, ella fue a vivir desde ese mismo momento con la familia de su marido, los Thakur de Jorasanko.
Tuvieron tres hijos varones, el mayor de los cuales Debendranath, poco aficionado a los negocios se hizo predicador de una nueva secta del hinduísmo, monoteísta e iconoclasta, que había fundado un amigo de su padre ayudado financieramente por el mismo, la Brahmo Samaj.
A Debendranath lo casaron con Sarada Devi y tuvieron nueve hijos y cinco hijas. Rabindranath, el futuro premio Nobel, era de los pequeños.
Cuando empezaron a casar a los chicos adolescentes, la casa de Jorasanko se llenó de nueras-niñas que se educaban junto con las hijas y los hijos de su edad y participaban en sus juegos. Estas niñas, ricamente vestidas, maquilladas, perfumadas y cargadas de joyas como unas preciosas muñecas, llegaban en palanquín totalmente escondidas dentro de sus cortinas. Nadie las veía hasta que estaban en el interior de la mansión de Jorasanko. Allí se les adjudicaban unas habitaciones y unos criados o criadas y crecían y se educaban como todos los niños de la familia. Correteaban por sus patios y jardines hasta que llegaban a la pubertad y accedían a la condición de esposas. Eso sí, las mujeres nunca salían de Jorasanco y si lo hacían debía ser totalmente tapadas y escondidas dentro del palanquín. Los maridos, iban y venían según lo necesitaban por sus estudios en la India o en el extranjero o porque la administración de sus extensas propiedades rurales así lo requería.
Jorasanko |
En Calcuta, entonces capital del Imperio Británico en la India, estamos hablando del siglo XIX, se estaba produciendo una verdadera revolución cultural y social debido a la hibridación entre la cultura, las ideas y las costumbres de Inglaterra y de la India. Aparecieron poetas, novelistas, dramaturgos, músicos, pedagogos y reformadores sociales y religiosos entre las élites indias que estaban en contacto con los británicos, sus gobernantes. La ciudad bullía. En Jorasanko se publicaban revistas, se representaban obras de teatro escritas por algún miembro de la familia, en que los actores eran ellos mismos, al principio solo actuaban los hombres que también representaban los papeles de mujer, hasta que las mujeres reivindicaron su derecho a actuar y lo consiguieron. También había conciertos y exposiciones de arte pues entre los chicos Thakur había buenos músicos y excelentes pintores. Las mujeres que vivían inmersas en este ambiente artístico y cultural empezaron a escribir e incluso alguna se hizo cargo durante años de la publicación de las revistas que allí se producían. Las que habían llegado niñas a Jorasanko habían ido creciendo y habían adquirido cada una su personalidad de jóvenes adultas, algunas con la determinación de introducir cambios en la estructura férrea de la familia. Una de ellas, Genu, esposa de Satyendranath, llegó a convencer a su marido para acompañarlo cuando fuera destinado como funcionario británico a otra ciudad de la India e incluso se desplazó a Inglaterra antes que él y preparó todo lo necesario para poder vivir en aquel país cuando él llegara. Los tiempos estaban cambiando.
Rabindranath Tagore |
Kadambari |
Mientras tanto en Jorasanko se desarrollaba una trágica historia de amor entre Rabindranath y su compañera de juegos y amiga desde la infancia, su cuñada Kadambari. Ella era la que leía sus primeros escritos y le animaba a seguir adelante con su vocación de escritor. Años después, en 1913, él recibiría el premio Nobel de literatura.
Pero, queridos lectores, no voy a contarles más. Lean este libro interesantísimo y vean Charulata, la magnífica película del oscarizado director bengalí Satyajit Ray, para saber qué ocurrió.
La autora de este libro Aruna Chacravarti es una profesora universitaria jubilada, investigadora, escritora y traductora, galardonada con prestigiosos premios.