El ministro del interior iraní, Abdulrezá Rahnanifazlí anunció el sábado 20 de mayo de 2017, un día después de las elecciones, con todos los votos escrutados, que el vencedor había sido Mohammad Rouhaní, el actual presidente, con el 57% de votos favorables. Pasa pues a ejercer su segunda y última legislatura de cuatro años.
De los 56.4 millones de iraníes registrados para votar, se han contabilizado 41,2 millones de votos de los que el moderado Rouhaní, obtuvo 23,5 millones y el conservador Riasí, 15,8 millones. La participación ha sido pues elevada, un 73%, como acostumbra ser en Irán.
El Lider Supremo, Jameneí, como en anteriores elecciones, hizo una arenga a la población para que acudiera masivamente a las urnas para demostrar al mundo que la participación popular en los asuntos importantes del país es evidente, dentro de un ambiente festivo, pacífico e ilusionado. Es una baza fundamental que esgrime el régimen ante las potencias extranjeras.
La verdad es que las elecciones presidenciales en Irán provocan un subidón general. Los jóvenes, chicos y chicas, salen a la calle, cantan, bailan, muestran sus pancartas de apoyo a su candidato y lucen los colores que lo significan. Este año el color de Rouhaní era el morado. También aparecía el verde como recuerdo del fiasco ocurrido en las elecciones de 2009 en que inesperadamente ganó Ahmadinejad, las protestas populares que siguieron y su posterior represión.
Este año mis amigos iraníes han ido a votar, incluso aquellos que no votaron en anteriores elecciones puesto que consideran lo de Irán antidemocrático desde el momento en que quien detenta el poder real, el Guía Supremo, no se elige en las urnas. Tenían miedo de que ocurriera como en 2005, después del período de apertura del presidente Jatamí que por no ir a votar ganó Ahmadinejad y sumió al país en un agujero aislacionista y belicoso. Este año, artistas, escritores, actores, directores de teatro y de cine han confirmado en las redes sociales su apoyo a Rouhaní, algunos de los cuales son bien conocidos como opositores al régimen, incluso expresos políticos. El venerado poeta que firma con el seudónimo de Saié (la sombra), ofreció en Facebook su fotografía, anciano de luengas barbas, papeleta en mano de su hija Yaldá, donde se veía escrito de su puño y letra: Hassan Rouhaní.
De los algo más de 56 millones de votantes, 2,5 millones viven en el extranjero. Según IRNA, la agencia de noticias oficial de Irán, este año se han puesto urnas en 102 países, incluido los EEUU. En total 279 centros de votación en el extranjero, entre ellos en Madrid y en Barcelona. Nunca anteriormente se había publicitado desde el gobierno iraní la participación de los residentes en el extranjero en las elecciones, y menos en EEUU, donde vive una gran parte de los emigrados iraníes.
En la foto de abajo se muestra la urna instalada en Casa Asia en Barcelona.
El presidente Mohammad Rouhaní nació en el norte de Irán en 1948. Pronto empezó sus estudios religiosos. Fue seguidor del entonces exiliado líder del movimiento islámico, Jomeiní. Salió de Irán en 1977 y regresó en 1979, después de la Revolución Islámica y tras haber estudiado en Escocia. Fue secretario del Consejo Superior de la Seguridad Nacional de Irán (1989-2005) y adquirió fama de diplomático después de liderar la negociación nuclear de 2003-2005. En 2013 fue elegido presidente. Durante su presidencia llegó a un acuerdo con las potencias extranjeras sobre el plan nuclear a cambio del levantamiento de algunas sanciones económicas.
Como presidente, Rouhaní ha conseguido bajar la inflación del 40% al 7%, pero los precios siguen subiendo. Después de la firma del tratado nuclear, Irán ha tenido un crecimiento económico del 7%, debido principalmente a la venta del petróleo, aunque no a la reactivación de la economía. El desempleo total es del 12,5% pero está en el paro el 30% de los jóvenes.
Estas elecciones se consideran una aprobación popular a la política de apertura al mundo que debe tener como consecuencia una mejora de la economía muy malparada después de años de estrictas sanciones. Rouhaní asegura que luchará para conseguir el levantamiento de las sanciones que todavía persisten, aunque será difícil con Donald Trump como presidente de EEUU. Pero además de las promesas económicas Rouhaní también ha hablado en su campaña de libertades sociales y políticas, sin embargo los líderes reformistas siguen en arresto domiciliario y en cuatro años de presidencia no ha logrado liberarlos aunque lo prometiera en la campaña electoral de 2013.
En su primer discurso después de ganar las elecciones, el sábado 20 en TV, Rouhaní dijo: “El mundo comprende plenamente que Irán está ahora en el camino de la interacción con la comunidad internacional y piensa promover la paz y la amistad, pero no aceptará la humillación bajo ningún concepto”.
Es interesante saber que de los 1636 inscritos para ser candidatos en las elecciones presidenciales de Irán de 2017, 137 eran mujeres. Ninguna pasó la criba del Consejo de Guardianes. El artículo 115 de la Constitución dice que es condición de idoneidad para la candidatura el ser “reyal”. Esta palabra tiene varias interpretaciones puede significar hombres o también personalidades. Si se aceptara esta última interpretación las mujeres podrían ser presidentes. Azam Taleghaní, hija de un famoso ayatollah mártir, es una de las que se inscribe y lucha por el cambio de interpretación.
Ana M. Briongos