Tomo de mi bloc de notas estos comentarios:
Hacia el sur, 880 freeway. Al fondo lomas de terciopelo de un verde fresco y nuevo, donde solo yo veo ejércitos de enanitos bajar rodando, fantasías en mi mente ociosa de observadora motorizada. A la izquierda casas unifamiliares entre árboles variados, abetos, cipreses, pinos, y alguna palmera altísima cuyo tronco fino fino se cimbrea y mueve su cabeza despeinada. A la derecha almacenes de venta de coches Toyota y Subaru, con banderines triangulares de todos los colores y globos rojos.
Ya no circulan coches americanos por California. En unas décadas se ha producido el cambio. Nadie compra aquellos fantásticos vehículos con alerones, que tanto nos deslumbraban, ya no se fabrican, por falta de demanda y Detroit, la otrora ciudad activa e industriosa que no supo ponerse al día, ha quedado abandonada y sumida en la ruina. Ahora por las carretera californianas circulan en su mayoría coches japoneses o coreanos, también los hay europeos.
Como para contradecir mis pensamientos, pasa una caravana de ocho Ford Mustang, conducidos por jóvenes blancos con tatuajes y pendientes y la música a todo volumen. Al poco rato nos adelanta otra fila todavía más numerosa de Chevrolet Camaro pintados de negro, con calaveras blancas dibujadas en el guardabarros. Van de fiesta a Santa Cruz, frente a la playa aparcarán sus bólidos relucientes, abrirán puertas y ventanas para que se oiga bien la música y en medio de un impresionante guirigay,presumirán de coche.
Santa Cruz es el paraíso de surfista. Desde lo alto de un acantilado y apoyados en la baranda que nos protege, contemplamos las piruetas de los perseguidores de olas. Hace calor, un calor de verano en pleno invierno. Es el día de San Valentín. A nuestro lado se erige, sobre un pedestal, la escultura en homenaje al surfista, un joven adonis en bañador posando al lado de su tabla de surf. Hoy, para celebrar día tan señalado, alguien lo ha disfrazado con una peluca roja y un bikini del mismo color. Día de ocio y buen humor en Santa Cruz.
En una ventana veo un cartón con el eslogan “BLACK LIVES MATTER", las vidas de los negros nos importan. De repente se nos hace presente, en medio de esta balsa de aceite de población blanca que se divierte, el movimiento de protesta contra la brutalidad policial, iniciado tras la muerte de jóvenes negros a manos de policías blancos.