BLOG DE ANA M. BRIONGOS


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18.2.14

Viajar a Irán en primavera



Este año estoy recibiendo muchos mensajes de viajeros que piensan ir a Irán en Semana Santa. Por lo que voy viendo, hace ya un año o algo más, que se ha animado el turismo hacia ese país tan poco conocido o mejor dicho, tan mal conocido.

Me alegro mucho de que la gente se anime a visitar Irán. La antigua Persia, con sus extraordinarios vestigios de los inperios Aqueménida y Sasánida, aparece en muchos lugares, con Persépolis como enclave emblemático. Pasando a la época musulmana, las cúpulas floreadas de las mezquitas con sus exquisitos azulejos, tienen su punto culminante en la hermosa ciudad de Isfahan. Los bazares, los parques, los picnics al lado del río, las gentes acogedoras, educadas, amables, hacen que el viajero regrese entusiasmado de Irán. 
Nuestra Semana Santa acostumbra a coincidir con su Nowruz, o fiestas del año nuevo persa. Es tiempo de vacaciones y las familias iraníes aprovechan para salir de viaje y visitar a los parientes del pueblo o simplemente hacer turismo. Las carreteras están llenas y los monumentos también. Pero es interesante ver cómo viven esas fechas los iraníes. En este mismo blog escribí mis experiencias de viaje el año pasado por Nowruz. 


No es lo mismo visitar Persépolis en la soledad de un día cualquiera que rodeado de cientos de personas, como ocurre en Nowruz. Pero cada cosa tiene su atractivo y en el caso de esta época del año, los visitantes con los que compartimos espacios son todos iraníes, familias enteras que se han desplazado hasta el antiguo palacio aqueménida para conocer los orígenes de su cultura. Y eso nos dará la oportunidad de conversar, algo fundamental para el viajero que quiere saber más que lo que las piedras le explican.

Hay una nueva edición de la guía de Irán publicada en castellano por Laertes. La ha preparado Toni Vives que es un buen conocedor del país. También es muy interesante el libro Irán por dentro, de Alfredo Kavanak, extenso y muy completo. Mis libros Negro sobre negro y La cueva de Ali Babá, y El meu Iran en catalán, dan una idea de lo que es el país a través de mis muchos años de relación con Irán, donde llegué por primera vez en el 68. El librito de gastronomía iraní que publicamos mi hijo cocinero y yo con costumbres gastronómicas y recetas, muestra otra faceta del país de los persas y se puede bajar de forma gratuita desde mi Web www.ana-briongos.net, o comprar en Altaïr en Barcelona o De Viaje en Madrid.
Y, para empezar a introducirse en la cultura iraní, aparte de leer los libros que recomiendo, también aconsejo acercarse al restaurante iraní "El rincón persa" de la calle Floridablanca de Barcelona, donde se come de maravilla una gran variedad de platos que no se encuentran facilmente en las rutas turísticas por Irán y que hace falta entrar en las cocinas familiares para poderlos degustar: baghali poló, fesenjan, ghormeh sabzí, kashk e bademjan... Y muchos otros deliciosos manjares persas.

¡Buen viaje!  ¿Feliz año nuevo persa! ¡Feliz Nowruz! Sal e now mobarak!

Nota: Leer la entrada sobre el Nowruz en este mismo Blog y también la entrada sobre el viaje a Irán por Nowruz.


20.4.13

Viaje a Irán en Nowruz de 2013




Es la tercera vez que estoy en Irán durante las celebraciones del año nuevo, el Nowruz, que coincide con el equinoccio de primavera. El 20 de marzo de 2013 de nuestro calendario, empezó en Irán el primer mes del año, farvardin,  de 1392.

La primera vez fue en 1974, cuando estudiaba en la Universidad de Teherán y me alojaba en una residencia para chicas estudiantes. Llegó Nowruz con sus dos semanas de vacaciones y se vació la residencia y se vació la ciudad de Teherán. Y me quedé prácticamente sola en una ciudad desierta y en una residencia más desierta todavía. Mis compañeras, la mayoría procedentes de otras regiones del país, se fueron a pasar las fiestas con sus familias. Aunque algunas aprovecharon esos días de vacaciones para operarse la nariz pues la rinoplastia en Irán no es algo que se ha puesto de moda en los últimos años sino que lleva décadas practicándose de manera generalizada.
La segunda vez, ya después de la Revolución Islámica y terminada la larga guerra contra Irak, pasé el Nowruz con unos amigos iraníes en una casa de campo a orillas del mar Caspio, en medio de un paisaje de bosques y donde no paraba de llover. En la casa con mis amigos y toda su parentela, se jugaba a las cartas, se bebía vodka y se fumaba opio. Todo ello ilegal por supuesto.

Acabo de regresar de Irán y este ha sido mi tercer Nowruz aunque en el intervalo que va desde la primera vez que pisé suelo iranio en 1968 hasta el día de hoy haya viajado en múltiples ocasiones a lo que antes se conocía como Persia.

Viajar por Irán en Nowruz es algo extraño y yo en principio no lo aconsejaría pero a mí, que he estado en soledad contemplando las ruinas de Persépolis varias veces, por poner un ejemplo, me ha interesado muchísimo compartirlo con centenares de personas, todas iraníes. Y es que en Nowruz todos intentan salir a hacer turismo por su propio país. Cargan el coche con la alfombra, el sofré o mantel, el hornillo, la cazuela, la tetera, las mantas, los padres, los niños y los abuelos, y se lanzan a la carretera. Por la noche acampan donde les parece, en un parque público, al lado de la cuneta o en un parking. La tienda de campaña la compran en cualquier pueblo pues venden tiendas en todas partes. Todas son iguales con un solo espacio en forma de igloo apepinado y de tejido de nylon, lo que varía es el color. Las hay rosa fluorescente, verde limón, malva, azul cielo… No hay que montarlas. Se abre la cremallera del envoltorio circular que mantiene plano el artefacto como una rosquilla, y se despliega automáticamente quedando como una seta. Hay que ver los jardines de Irán transformados en un bosque de setas multicolores con centenares de personas disfrutando de unas vacaciones al aire libre y sin que les cueste ni un real el alojamiento, que por cierto, no podrían pagarlo. Y eso es posible porque desde chiquititos están acostumbrados a sentarse en el suelo y a dormir sobre alfombras a ras de suelo y lo que a nosotros nos parecería un suplicio, sobre todo a los mayores, a ellos no les cuesta nada, sentarse en el suelo, mantenerse en cuclillas y volver a levantarse.

Esta vez hemos compartido ciudades, carreteras, museos y monumentos con multitudes. Los iraníes acostumbran a ser amables, abiertos y acogedores. Todos éramos turistas, todos íbamos con nuestras cámaras y nuestros móviles haciendo fotos. Ellos se querían fotografiar con nosotros y nosotros estábamos encantados de fotografiarnos con ellos. Tenemos fotos con familias baluchis, kurdas, bajtiaris, azeríes allí llamados turcos, qashghais… tanta es la variedad de gentes y lenguas en un país llamado hoy en día Irán. Lo primero que te dicen es “wellcome to Iran” y luego te piden qué piensas de su país. Si la conversación se prolonga empiezan a criticar al clero que manda con mano dura y, sin nombrarlos, hacen un círculo con la mano sobre sus cabezas para referirse a los del turbante y levantan los hombros. Todos lo entendemos. También critican al actual presidente por su mala imagen. “Mírenos, nosotros no somos así”, dicen.

En Persepolis van en busca de sus antiguas raíces cuando los imperios persas dominaban una parte importante del mundo civilizado.  Y se compran, los más osados, un colgante con el símbolo alado del dios zoroastriano, Ahura Mazda, que lucirán después con orgullo.


En junio habrá elecciones a presidente de la República Islámica de Irán. El actual, Mahmud Ahmadinejad, ha cumplido con sus dos legislaturas permitidas y debe retirarse. ¿Quién se va a presentar? No se sabe. Un mes y medio antes de las elecciones nadie sabe quiénes serán los candidatos. Me ha sorprendido oír en bastantes ocasiones que se espera la aparición del Jatamí, el clérigo reformista, culto y elegante, que ya había sido presidente y en cuyo tiempo hubo una cierta apertura, tanto en el interior como en las relaciones internacionales. Pero parece ser que Jatamí pone una condición para presentarse: que sean liberados los dos candidatos a las anteriores elecciones. Karrubí y Musaví permanecen en arresto domiciliario desde hace dos años posteriormente a las grandes protestas populares que siguieron a las elecciones y que se conocieron como “movimiento verde”. ¿Serán liberados? Eso depende de si la República Islámica está seriamente acorralada debido al embargo económico a que está sometida por los EEUU y sus aliados y piensa que este es el momento de cambiar un poco de rumbo y poner al frente del gobierno a una persona menos radical y con una imagen impecable. Ya me imagino la foto: Obama dando la mano a Jatamí, los dos tan pulcros, amables y sonrientes. Sin embargo, la mano dura del régimen ¿lo permitirá?

15.10.12

Uzbekistán para futuros viajeros



Acabo de volver de Uzbekistán y antes de que el quehacer diario aleje de la memoria los acontecimientos más destacados del viaje, voy a hacer unos comentarios que pueden ser útiles para futuros viajeros.
 
No acostumbro a viajar en grupo y menos con todo organizado hasta el último detalle, pero esta vez como el tiempo de que disponíamos mis amigas y yo era corto, decidimos confiar en De Viaje.
 
 
Después de haber vivido en Afganistán e Irán y de haber leído mucha literatura de viajes, escrita por viajeros de todos los tiempos sobre aquella parte del mundo, la zona de transoxiana o sea la tierra que se extiende más allá del río Oxus, el actual Amu Daria, Uzbekistán era mi asignatura pendiente. Si un ramal de la Ruta de la Seda que yo conocía bien pasaba por Bamyan, el monasterio budista donde el gran buda excavado en la montaña, hoy desaparecido por la barbarie talibán, daba la bienvenida a los antiguos viajeros desde la lejanía, con sus destellos de oro. El ramal que iba por el norte, al otro lado del Oxus, me era todavía desconocido. Samarkanda, Bujara, Jiva, todo nombres míticos que recuerdan a Alejandro Magno y, sobre todo, a Tamerlán.
 
Nuestro grupo estaba formado por mujeres con edades comprendidas entre los 50 y los 70 años, unas todavía activas laboralmente, otras ya jubiladas.
 
Escogimos el recorrido habitual que ofrecen las agencias de viajes pero añadimos un día porque nos interesaba visitar el valle de Fergana.
El recorrido por el país uzbeko empezó en Taskent, la capital, donde llegamos de noche con Turkish Airlines, una compañía estupenda, haciendo escala en Estambul.
El proceso de sellar los pasaportes a la llegada en el aeropuerto de Taskent, es demencial. Se forma un tapón de personas que se apretujan sin ningún orden ante unas lejanas garitas de policías. Total, casi 3 horas de pie para salir del aeropuerto. Un guía, Rasul, que habla en castellano, nos esperaba con la furgoneta a la salida. El “Tashkent Palace Hotel” impecable y con Wifi en el lobby.
La visita a Taskent la dejamos para el último día y partimos a la mañana siguiente hacia Samarcanda en un flamante Talgo de fabricación española, rápido y cómodo. El Samarkanda Plaza, es un buen hotel, donde en esta época del año, cuando el clima es benigno, no paran de llegar autobuses llenos de turistas europeos, se ve que Uzbekistán está de moda. El bufet del desayuno es variado y abundante y tiene Wifi. Samarcanda es menos de lo que una esperaba. El problema es debido a su nombre mítico y a las fantasías que se han creado a partir de él. Pero fue bueno empezar el recorrido por esa ciudad porque la belleza va en aumento en Bujara y Jiva.
 
Llegamos a Bujara en furgoneta y fueron unas horas de viaje agradables. Pudimos parar a comer en un restaurante de carretera y visitar mercados de pueblo con sus tenderetes de fruta y de panes circulares como tortas. El hotel Asia Bujara es enorme, con pasillos largos porque está construido en horizontal. Su decoración es kitch, con cortinas de tul azul celeste, y está muy bien situado pues se puede ir andando a todas partes. Pasear por Bujara es una delicia, entre paredes de adobe y cúpulas. Wifi libre en el hotel sin necesidad de pedir contraseña. Buen desayuno con yogur, requesón, mermeladas, huevos fritos, fruta etc.
 
El viaje en furgoneta de Bujara a Jiva es un martirio. Hay que saberlo. Son nueve horas de traqueteo para hacer 450 km a través de un desierto interminable y poco interesante y una carretera impracticable. Si se sabe y hay que hacerlo, no pasa nada, puesto que una vez en Jiva todo se olvida. El Orient Star Khiva es un antigua madrasa reconvertida en hotel, situada dentro de la fortaleza. El patio interior es espacioso y una maravilla. Unos sillones frente a las habitaciones te hacen disfrutar de la tranquilidad y el silencio de un mundo oriental antiguo. Las habitaciones, sin embargo, son un poco claustrofóbicas porque no tienen más ventilación que una ventana alta sobre la puerta.  Una cosa compensa la otra. Hay Wifi y la situación es excelente, en medio de la fortaleza repleta de monumentos.
 
Vuelo de Jiva a Tashkent y luego a Fergana también en avión. El Club 777 en la ciudad de Fergana es un hotel con jardín agradable, gran piscina y edificios bajos su alrededor, que más parece estar en Suiza que en Asia central. El bufet de desayuno es correcto. Las cenas en el jardin del hotel con un chupito de vodka para terminar, son deliciosas.
 
Uzbekistán es un país resultón, y no lo digo en tono peyorativo, sino que expreso mi sorpresa al darme cuenta de que algo tan restaurado dé finalmente el pego. La antigua ruta de la seda cayó en decadencia hace siglos quedando sus restos abandonados. Pero los soviéticos se encargaron de restaurarlos y aunque lo hicieron con exageración, el resultado final es muy atractivo. Además la estabilidad del país ofrece seguridad a los viajeros. Se nota la influencia soviética pues no en vano han gobernado durante setenta años. Hace poco que es una república laica e independiente.
 
Los uzbekos amables y acogedores. Son musulmanes pero sin exageración. Nuestro guía, que fue educado hasta los diecinueve años en escuelas soviéticas, nos dice que él es un musulmán light, no come cerdo pero bebe vodka. También nos dice que si no hubiera sido por los soviéticos, ahora Uzbekistán sería como Afganistán, país con el que comparte frontera a lo largo de un tramo del Amu Daria, con talibanes y mujeres con burka. Además, un dictador que se mantiene en el poder desde hace años, gobierna con mano dura y frena los extremismos religiosos.
 
Me sorprendieron las sonrisas de oro de adultos y jóvenes, o sea dentaduras todas de oro, y las cejas corridas de algunas uzbekas, maquilladas a lo Frida Kalho o al estilo Qajar iraní. Y ya que me refiero a los persas, observé la gran influencia que todavía se observa en Uzbekistán de la cultura persa y del idioma persa. Los tajikos que viven en la república uzbeka hablan persa y algunas palabras uzbekas tienen resonancias del farsi. Y además también celebran el año nuevo por Nowruz, el 21 de marzo, cuando llega la primavera.
 

12.3.12

El año nuevo persa llega con la primavera


¡Feliz Año Nuevo! sal-e-now mobarak!



El año nuevo iraní, llamado Noruz, 1391 según el calendario actual iraní, 2571 si se cuenta desde el comienzo del Imperio Aqueménida, llega con la primavera el 20 de marzo de 2012. En España este año tendrá lugar a las 06:14:00 horas del martes 20 de marzo.  Lo celebraran en todos los hogares de Irán y también en otras ciudades del mundo donde la diáspora iraní ha echado raíces.

El calendario iraní: El año Persa tiene 12 meses, los primeros 6 meses son de 31 días, los siguientes 5 tienen 30, y el último tiene 28 ó 29, según sea o no año bisiesto. Cada mes corresponde a un signo del zodíaco. El número de días en cada mes (aunque no sea en el orden de los meses) es por lo tanto igual que en el calendario civil occidental. La diferencia está en la regla para determinar el año bisiesto, que es más compleja. El calendario original Jalali del poeta y matemático persa Omar Jaiam era más exacto que el Gregoriano; la versión actual asigna 683 años bisiestos en un ciclo de 2820 años: ¡Necesitaría dos millones de años para que que este calendario mostrara un día de imprecisión!


    Cómo se celebra el Nowruz: 
    En Irán, la fiesta más grande del año es el Nowruz, El Día de Año Nuevo... Siempre comienza el primer día de primavera en el momento exacto del equinoccio. Esto significa que cada año el Nowruz comienza en una hora  diferente. Un año puede comenzar el 21 de Marzo a las 5:32 A.M., mientras que al siguiente año puede ocurrir el 20 de Marzo a las 11:54 P.M. Cada Iraní sabe el momento exacto en que el jubileo comienza.
     
    Las festividades son antecedidas por semanas de preparación. Cada uno limpia su casa a conciencia, compra o cose ropa nueva, y cocina repostería tradicional. Un preparativo ceremonial, llamado haftsin (siete S), que consiste en siete símbolos que empiezan con el sonido "s", y son exhibidos con otros objetos simbólicos como espejo, huevos coloreados, y un pez dorado en su pecera. Los objetos representan la salud, renovación, prosperidad, fertilidad y los usuales deseos universales compartidos por la gente al inicio de la celebración de cualquier Año Nuevo... 
    Durante el Nowruz, la mayoría de los negocios cierran y las calles están vacías. Durante 12 días después del equinoccio, la gente visita a los parientes y amigos, siempre comenzando con los de mayor edad. Una vez que se han visitado a todos los ancianos, entonces se visita a los miembros jóvenes de la familia. En cada casa, una charola con dulces caseros se ofrece junto con deseos de año nuevo. Los niños reciben dinero, siempre deben ser billetes nuevos. Me atrevo a creer que desde la ola de inmigración después de la revolución en Irán en 1979, los bancos en Estados Unidos han notado un repentino incremento de la demanda de billetes nuevos en el mes de marzo. 
    De Funny in Farsi, A Memoir of Growing Up Iranian in America -Recuerdos de crecer Iraní en Estados Unidos de América- por Firoozeh Dumas, 187 pag. Villard Books 2003.