Hansa, la madre de familia, se levanta a las cinco y media de la madrugada, se lava, se viste, se calza las zapatillas deportivas y se dispone a salir a la calle como todos los días. Va a caminar por el circuito del Akota Garden, el parque del barrio, situado a unas calles de su casa en Mangalam Society, cerca de Productivity Road. Los días que paso en su casa la acompaño en las caminatas matinales porque me gusta ver el ambiente que se forma a esas horas de la mañana en el parque y porque me resulta agradable empezar el día caminando por un jardín lleno de flores y de árboles con gente que nos saluda alegre y nos da los buenos días.
Mangalam Society es una urbanización con casas de una o dos plantas construida entre los años cincuenta y sesenta. Sus habitantes son familias de clase media, profesionales liberales o funcionarios. Todos hindúes. Me comenta Hansa que nadie vendería su casa a un musulmán, ni tampoco la asociación de vecinos lo permitiría. La razón: evitar conflictos. El que sean todos hindúes facilita la convivencia, así de simple, me dice.
En el barrio hay un buen ambiente. Los vecinos se conocen y se saludan. Lo que me sorprende es que cuando salimos al alba y emprendemos el camino del parque, van saliendo de las casa otros vecinos, hombres y mujeres, todos calzados con sus flamantes deportivas aunque vestidos con shalvar-kurta, el traje tradicional de pantalón bombacho y camisa larga. Los hay de todas las edades, algunos son ancianos. También me sorprendió cuando vivía en Calcuta ver que a la puesta del sol las mujeres salían a caminar por las azoteas, hacia la derecha, hacia la izquierda y vuelta a empezar, así durante media hora. Pensé entonces que el Estado debía haber lanzado una campaña publicitaria para convencer a la población que caminar es bueno para la salud. Esa campaña debía haber llegado también al resto de la India por lo que observaba ahora en Baroda, ciudad tan alejada de Calcuta.
Ya en el parque, seguimos el recorrido marcado para caminar, un camino que bordea el parque por su interior y que debe tener medio kilómetro. Hay grupos de mujeres que caminan, grupos de hombres, parejas. También están los que corren haciendo footing, esos son los jóvenes. En una extensión con césped un profesor de yoga practica con sus alumnos, un grupo numeroso de todas las edades. Cualquiera puede añadirse.
Terminada la caminata, las vueltas que cada uno desee hacer, hay la posibilidad de añadirse a alguna tertulia que se monta alrededor de sillas y bancos o en la glorieta.
Hansa me presenta a sus conocidos. Al cabo de unos días ya me saludan como si me conocieran de toda la vida.
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