Según Wikipedia Gurgaon es la sexta ciudad más grande de la India. Es una ciudad nueva, antes en ese lugar había un pueblo. Está situada en Haryana a tan solo media hora en coche de Nueva Delhi. El metro, en construcción, será inaugurado dentro de poco con lo que se podrá llegar en veinte minutos desde la capital.
La carretera sigue los altos pilares que sostienen la vía del metro cuyas estaciones elevadas ya están a punto de recibir pasajeros. Veo anuncios de Vodafone en las farolas. Nos dice Rajij que hay 25 kilómetros desde east of Kailash, el barrio de Nueva Delhi donde vivimos, hasta Gurgaon. Pasamos por extensos tenderetes de marmolistas a pie de autovía y de repente se ensancha el espacio visible, hay grandes zonas ajardinadas y empiezan a aparecer las nuevas construcciones. Edificios de muchos pisos, de apartamentos y de oficinas, con nombres como Vatika Business Center, Mega Mall, Sahara Mall, estos dos son grandes centros comerciales de cristaleras espejeantes, Dell, T&T Motors, Ernst & Young, Aviva, American Express, South Point, Hotel Ibis, etc.
Hay anuncios enormes ofreciendo pisos de lujo e hipotecas para familias de jóvenes ejecutivos.
Nuestro objetivo era visitar las oficinas de una empresa de externalización de servicios de información financiera para bancos, entidades del sector y grandes empresas. Esta empresa ocupa dos plantas de un edificio nuevo de oficinas. La fundaron dos compañeros de estudios de la London School of Economics, uno indio residente en Londres y otro colombiano que vive entre Londres, Nueva York, Dubai y Hong Kong. Tienen treinta y pocos años. Nos abre la puerta una agente de seguridad, una mujer joven uniformada. Nos adjudican un acompañante para visitar el complejo. Nos muestra las salas de trabajo cuyas puertas abre con una tarjeta magnética y un código. En cada una de ellas trabajan 20, 30, 40, o más empleados, hombres y mujeres, todos menores de 35 años, todos titulados universitarios. Están frente a su pantalla y saludan sonrientes. Vestimenta: traje y corbata ellos, vestido formal ellas y zapato de tacón, se ve algún turbante sikh. Cada equipo trabaja para un cliente y la separación absoluta de espacios se hace para preservar la confidencialidad. Según la magnitud del cliente y de la tarea encargada se organiza el equipo con más o menos empleados. Al final del pasillo hay un bar con mesas y sillas, una barra y un camarero de blanco. En la planta superior hay una terraza donde salen los empleados a fumar y a hablar por el móvil, rodeados de rascacielos. Nos ofrecen cocacolas en una sala de juntas con mesa ovalada y un cuadro en la pared en carboncillo muestra a un toro bravo embistiendo. La decoración es moderna, sobria, de calidad. La plantilla es de 500 personas. La empresa dispone de una flotilla de taxis que recoge a los trabajadores en puntos de la capital, los lleva al trabajo y los devuelve al finalizar la jornada laboral. Con la llegada del metro este servicio no será necesario.
Al día siguiente visitamos la parte antigua de Delhi. Vaya contraste con Gurgaon. La India de siempre y la India emergente. Por la noche cenamos en casa de una amiga donde encontramos a varias parejas de jóvenes de entre 25 y 35 años que viven Gurgaon y trabajan en esa ciudad. Dicen que hay escuelas, hospitales, tiendas, y todo lo necesario para vivir cómodamente. Solo estan esperando que inauguren el metro para poder desplazarse a Nueva Delhi sin tener que sufrir embotellamientos.
Se acabaron las familias extensas conviviendo con los abuelos, los tíos y los primos. El cambio hacia la modernidad está dando paso a las familias nucleares: papás y mamás que trabajan con uno o dos niños y que viven en apartamentos modernos entre rascacielos y centros comerciales.
En Gurgaon están las grandes empresas de telemarketing que se han hecho famosas.
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Nuestro objetivo era visitar las oficinas de una empresa de externalización de servicios de información financiera para bancos, entidades del sector y grandes empresas. Esta empresa ocupa dos plantas de un edificio nuevo de oficinas. La fundaron dos compañeros de estudios de la London School of Economics, uno indio residente en Londres y otro colombiano que vive entre Londres, Nueva York, Dubai y Hong Kong. Tienen treinta y pocos años. Nos abre la puerta una agente de seguridad, una mujer joven uniformada. Nos adjudican un acompañante para visitar el complejo. Nos muestra las salas de trabajo cuyas puertas abre con una tarjeta magnética y un código. En cada una de ellas trabajan 20, 30, 40, o más empleados, hombres y mujeres, todos menores de 35 años, todos titulados universitarios. Están frente a su pantalla y saludan sonrientes. Vestimenta: traje y corbata ellos, vestido formal ellas y zapato de tacón, se ve algún turbante sikh. Cada equipo trabaja para un cliente y la separación absoluta de espacios se hace para preservar la confidencialidad. Según la magnitud del cliente y de la tarea encargada se organiza el equipo con más o menos empleados. Al final del pasillo hay un bar con mesas y sillas, una barra y un camarero de blanco. En la planta superior hay una terraza donde salen los empleados a fumar y a hablar por el móvil, rodeados de rascacielos. Nos ofrecen cocacolas en una sala de juntas con mesa ovalada y un cuadro en la pared en carboncillo muestra a un toro bravo embistiendo. La decoración es moderna, sobria, de calidad. La plantilla es de 500 personas. La empresa dispone de una flotilla de taxis que recoge a los trabajadores en puntos de la capital, los lleva al trabajo y los devuelve al finalizar la jornada laboral. Con la llegada del metro este servicio no será necesario.
Al día siguiente visitamos la parte antigua de Delhi. Vaya contraste con Gurgaon. La India de siempre y la India emergente. Por la noche cenamos en casa de una amiga donde encontramos a varias parejas de jóvenes de entre 25 y 35 años que viven Gurgaon y trabajan en esa ciudad. Dicen que hay escuelas, hospitales, tiendas, y todo lo necesario para vivir cómodamente. Solo estan esperando que inauguren el metro para poder desplazarse a Nueva Delhi sin tener que sufrir embotellamientos.
Se acabaron las familias extensas conviviendo con los abuelos, los tíos y los primos. El cambio hacia la modernidad está dando paso a las familias nucleares: papás y mamás que trabajan con uno o dos niños y que viven en apartamentos modernos entre rascacielos y centros comerciales.
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