Underground y contracultura en la Cataluña de los 70
Ana M Briongos
¡Abrid las rejas! ¡Romped los muros! ¡Saltad los abismos!
Hace poco más de un año escribí un artículo sobre la contracultura donde explicaba cómo la vivimos los que éramos jóvenes en la Barcelona de los años 70. Ahora todo aquello ha sido ordenado y documentado en una exposición exhaustiva que se inauguró el 2 de junio en el Palau Robert de Barcelona y que se podrá visitar hasta el 28 de noviembre (posible prórroga hasta abril 2022), comisariada por Pepe Ribas, factótum de la revista Ajoblanco con la colaboración de Canti Casanovas, alma de La web sense nom (LWSN). El diseño lo ha hecho el equipo del arquitecto Dani Freixes y la diseñadora Gemma Villegas.
Hacía tiempo que algunos protagonistas de las movidas de aquellos años trabajaban para reencontrar documentos, fotografías, dibujos, textos y todo lo que pudiera poner en evidencia y explicar a las nuevas generaciones la historia de unos años extraordinarios que habían quedado enterrados en cajones olvidados. Canti Casanovas hace una década que mantiene LWSN donde cuelga artículos sobre el tema, escritos por él mismo y por otros amigos y conocidos con fotografías, dibujos y documentos.
Genís Cano, poeta, profesor y ángel de los sótanos psicodélicos, como decía la necrológica aparecida en El País, hace ya más de quince años se había empeñado en preparar una exposición sobre la contracultura en La Virreina con la ayuda de David Castillo y Julià Guillamón, que se vio truncada por su muerte en 2007. Lo recuerdo cuando venía a casa y rebuscaba en carpetas perdidas por los armarios y en antiguos álbumes de fotografías.
Nazario persiguió a sus amigos para que colaboraran con escritos y fotografías en el libro "La Barcelona de los años 70 vista por Nazario y sus amigos" publicado en 2004.
En 2007 la editorial Glénat publicó "Star, la Contracultura de los 70" con una recopilación de artículos de diversos autores a cargo de Juan José Fernández.
Ahora ha sido Pepe Ribas el que ha venido a revolver cajones, álbumes de fotografías y cajas de diapositivas con una intensidad tal que llegué a pensar que enfermaría antes de que se inaugurara la exposición. No ha sido así y la exposición se ha inaugurado con éxito.
Cada protagonista de las vivencias de aquellos años debe tener su propio punto de partida, el mío es el "diguem no" del cantautor valenciano Raimon, unos años antes de que comenzara la década que nos ocupa. Los hijos de aquellos que habían vivido la guerra civil, de los vencidos, y también de los vencedores, dijimos NO. No al sometimiento a un régimen totalitario, no a la sumisión a la familia, no a la sumisión a la religión. No a la tristeza, al cierre cultural, a las prohibiciones, a la represión, a las guerras. Éramos jóvenes, nos sentíamos fuertes y bellos; el sol salía todos los días, adorémoslo; los árboles florecían y daban frutos, disfrutemos pues de ellos. Empecemos de nuevo. Un mundo mejor es posible. Experimentemos. Amémonos. Salgamos de la estrechez familiar, creemos comunas, hagamos poesía, música, artesanía, huertos, vídeos, revistas, paredes. Dibujemos. Bailemos. Viajemos. Todo estaba por hacer y todo era posible.
Ingenuidad y utopía flotando en efluvios lisérgicos y humos cannábicos que multiplicaban la percepción, la sensibilidad y la creatividad.
En España el Plan de Estabilización hacía crecer la economía a un ritmo del 7% anual. Las familias podían comprarse un cochecito, una lavadora, un aparato de TV y pensar en enviar a los hijos a la universidad. Desde fuera llegaban noticias de los movimientos contraculturales en Francia, en Alemania, en EEUU. Cambiamos la música francesa e italiana por la anglosajona que emergía, potente e innovadora. La música nos unía a todos, la escuchábamos con veneración.
Por primera vez las chicas nos podíamos añadir a un movimiento liberador sin miedo al embarazo, gracias a las pastillas anticonceptivas y disfrutar al igual que los chicos del amor libre.
Entro a la exposición por una reja de hierro abierta y, blanco sobre negro, en la pared, me van diciendo las prohibiciones y los castigos que estaban en vigor durante la dictadura.
Una alfombra que reproduce hojas de periódicos de la época, con las noticias clave enmarcadas en rojo, me llevará año tras año por toda la exposición.
Me encuentro en una estancia hippie con un kilim cubriendo el suelo y cojines de colores recuerdo de los tiempos en que no nos gustaban los muebles y, como decían los campesinos formenterinos que nos alquilaban las casas: "han sacado las camas y duermen en el suelo como el ganado ". Una pantalla pasa imágenes de la Instant City en Ibiza 1971.
En la pared de enfrente, me reciben Damià Escuder, gurú empurdanés de la psicodelia, acompañado de un artículo suyo publicado en la revista Serra d’Or sobre el LSD y María José Ragué, que al volver de Berkeley escribe "California Trip".
En la alfombra de periódicos, año 68, "Los estudiantes ocupan el Odeon", "Nixon en la Casa Blanca”, "Tres meses de Estado de Excepción”, "El hombre puso pie en la Luna". Esto me hace pensar ¿dónde estaba yo ese día? Estaba en Kabul, en un hotelito y tenía como compañero de habitación a un soldado estadounidense que volvía de la guerra de Vietnam. Compraba obsesivamente armas en el bazar y las guardaba debajo de su cama. Cuando tuvo el espacio lleno me pidió para llenar el mío. Ni pensarlo, le respondí. Aquel día me invitó a ver la llegada del primer hombre a la luna en el centro norteamericano, no acepté.
En las vitrinas se exponen los libros contraculturales de la época.
Paso a las comunas como ruptura con la familia patriarcal y con la autoridad y la casa Fullà de la calle de Génova de Barcelona en el barrio del Guinardó es uno de los ejemplos con sus habitantes entre los que estaban el poeta y dramaturgo Joan Brossa y Víctor Jou creador de la mítica sala Zeleste. Viví más de veinte años en aquella casa que fue un vivero de proyectos vitales compartidos.
Sigo con el viaje a Oriente por tierra en búsqueda de uno mismo y de otras culturas. En las fotografías Jordi Esteva, Xefo Guasch, Paco Escudé, Carlos Mir en blanco y negro por India y Nepal y, en color, Pau Maragall, mi hermano Miguel, Vicky Combalía y yo misma en una casa de té en Mazar y Sharif, Afganistán 1974.
A través de un túnel de espejos entramos en el mundo de la música "La música es el vehículo y la marihuana la hierba sagrada".
En el suelo, "Carrero Blanco asesinado". Yo daba clase matemáticas en el instituto Bernat Metge de la calle Cristobal de Moura cuando llegó la noticia.
Els tres tambors, el Grup de folk, Música dispersa, Máquina, Sisa, Pau Riba, Toti Soler, Maria del Mar Bonet, el Gato Pérez y tantos otros. Los dos discos Dioptria de Pau Riba, el Orgía de Jaume Sisa. Gay Mercader trae a los grupos internacionales, Frank Zappa, King Crimson ... En la penumbra de la exposición, la música me envuelve. Pasa un hombre a mi lado, mira las portadas de los discos y baila. Le hago una señal de aprobación con la mano, me sonríe y sigue adelante, tiene mi edad. Le sigue un chico de unos quince años, debe ser su nieto.
Entro a través de la boca llena de dientes de una cara de colores, reproducción gigante de la portada del disco de King Crimson, a un saloncito que reproduce un rincón del Zeleste.
Me siento en el sillón, a mi lado una mesita redonda y sobre ella la famosa lámpara de alabastro diseñada por el Ángel Jové que todavía venden a Santa & Cole, frente a mí la gran cortina de terciopelo rojo partida para dejar pasar, con el rombo que enmarca las letras Zeleste en dorado. Estoy en una agradable penumbra.
Miro al suelo "Puig Antic y Heinz Chez fueron ejecutados ayer".
Puñetazo. Piel de gallina. A mi derecha, en la pantalla amarillenta, Manel Joseph, muy joven, canta. Me quedo un buen rato sentada. Toda mi juventud pasa en un instante.
La cortina de terciopelo rojo me da paso al teatro innovador nuestro de entonces, Els Joglars, Dagoll Dagom, el salón Diana, los titiriteros y también el internacional con visitas a Barcelona de The Living Theater, Magic Circus, Lindsay Kemp, Dario Fo y otros.
Después paso a los dibujantes de comix, irreverentes y provocativos, con el cuadro estrella de la exposición, el original de la portada de El Rrollo Enmascarado de Nazario 1975 (editado por Star), cedido por el Museo Reina Sofía de Madrid. En las fotos los dibujantes del estudio de la calle del Comercio, Nazario, los hermanos Farriol, Mariscal, Montesol. Al otro lado Zap 275, tienda creada por Jaume Fargas donde se reunían otros dibujantes.
En la alfombra "Libertades democráticas en Portugal" "Con Marcial y Cruyff el Barcelona subió más que la gasolina".
También hay ejemplares de la revista Rock Comix de Gaspar Fraga donde Nazario dibujó la portada dedicada a Lou Reed que después el cantante estadounidense utilizaría en uno de sus discos más famosos, sin pedir permiso al autor
Llegamos a los poetas, con publicaciones, libretas y papeles manuscritos. "En épocas de crisis la poesía se convierte en la herramienta fundamental que destila el pensamiento crítico.
Bajo mis pies "Nixon ha dimitido”.
Después viene la sección revistas con Ajoblanco. Decenas de portadas me aturden desde las paredes. Veo en las fotografías a los miembros de la redacción con Pepe Ribas, el fundador, con cara de niño y me hace pensar que a pesar de ser jóvenes y sin experiencia, lograron publicar una revista que tuvo miles de lectores. Con un lenguaje libre y desvergonzado inició temas que serían fundamentales en años posteriores, feminismo, ecología, anti-psiquiatría, homosexualidad, pacifismo.
Como contrapunto está la revista Star, fundada por Juanjo Fernández que logró sobrevivir a pesar de cierres y multas hasta 1980. En ella publicaron, entre otros, Nazario, Montesol, Pau Malvido, además de los escritores y artistas que luego se harían famosos en la movida madrileña, Oukalele, Cesepe, Almodóvar, el Hortelano, Alberto García-Alix…
En el suelo, "Cinco penas de muerte y seis indultos", "Paolo Pasolini, asesinado por un joven de 17 años" y "Franco ha muerto”.
El final de la exposición ya forma parte de la transición cuando el sida, la heroína, el desmadre y el destape explosionan como si se hubiera destapado una botella de champán. No queda espacio en el Palau Robert para todo lo que falta por decir y la información se acumula. Las Jornadas libertarias, la galería Mec-Mec, las Ramblas de Ocaña, Camilo y Nazario, la bomba en la sala Scala y la llegada del punk que cambió "amor y paz" por "no hay futuro".
En el suelo "Juan Carlos I Rey de España" "Cataluña dijo sí”.
El tiempo continuó pasando, pero el individualismo, la fragmentación y la corrupción, hicieron que esta historia acabara aquí sin embargo las semillas que se plantaron entonces han fructificado, se ha abolido la pena de muerte, se suprimió el servicio militar , se derogó la ley de peligrosidad social y mujeres, homosexuales y transexuales pueden vivir su libertad, ya no hay manicomios transformados hoy en centros de salud mental. Vivimos en una sociedad laica y las familias han dejado el autoritarismo para ser células de diálogo. Las energías alternativas son ya una auténtica alternativa.
Demasiada información para una sola visita.
Está a la venta el libro-catálogo de esta exposición con más de 400 páginas.
Parte de este artículo ha salido en catalán en la revista Política&Prosa nº36