La última caravana, Roland y Sabrina Michaud, Éditions Nevicata, noviembre 2019. |
De regreso a casa desde los Estados Unidos donde he pasado dos meses y medio, me encuentro con este libro extraordinario: La dernière caravane. Pamir afghan (1967-1971) (La última caravana, el Pamir afgano, 1967-1971). Libro publicado en francés por Editions Nevicata y cuyos autores son mis admirados y queridos Roland y Sabrina Michaud, fotógrafos, viajeros, grandes conocedores del mundo islámico, de la India y de la China. Las fotografías que tomaron de un Afganistán que ya no existe, son las más bellas jamás vistas. Fueron publicadas en varios libros que se han hecho míticos entre los interesados por aquella parte del mundo.
El libro, La última caravana, me llegó enviado por sus autores, con una entrañable dedicatoria. Con noventa años Roland y algunos menos Sabrina, se han dado cuenta de que sus fotografías merecían una explicación escrita y, recuperando las notas de sus cuadernos de viaje junto con sus recuerdos de juventud, han contado sus andanzas por el Pamir, “el techo del mundo”, enrolados en una caravana de camellos que atravesaba territorios nevados y seguía el curso helado de los ríos como vía de paso para evitar los puertos de montaña bloqueados por la nieve.
Desde que albergaron el sueño de emprender ese viaje, tuvieron que esperar años para conseguir la autorización del rey de Afganistán que les permitiera entrar en aquellos territorios prohibidos y también la del jan kirguiz para poder integrarse en una caravana donde las mujeres, por tradición, no son admitidas.
Roland y Sabrina Michaud durante su travesía con la caravana kirguiz por el Pamir. |
Las fotografías de aquel viaje dieron lugar al inolvidable álbum “Caravanas de Tartaria”.
He leído La última caravana en dos días, con extraordinario placer y me sentía de nuevo en el país que me acogió, Afganistán, cuando tenía veinte y pocos años y viajaba sola. Eran los mismos tiempos en que los Michaud estaban en ese país. Nunca nos encontramos allí aunque probablemente nuestros pasos se cruzaron en alguna ocasión. Cuando llegué a Kabul en el año 69-70, ya vi en la oficina de turismo algunos posters con fotografías de los Michaud. Después en el 74, cuando era alumna de la Universidad de Teherán, mi compañera afgana de habitación en la residencia de estudiantes colgó un poster con la efigie de un guapísimo malang
(“Al recorrer Afganistán, el viajero encuentra a menudo hombres de iluminada faz: monjes mendicantes musulmanes que han renunciado a los bienes de este mundo y viven la aventura espiritual. En Afganistán los llaman malang, locos de Dios. A veces son auténticos sufis que han alcanzado las fronteras de la sabiduría y de la santidad. Cómo permanecer insensible a la mirada, a la vez intensa y modesta de este hombre con el que el fotógrafo se ha cruzado en Mazar-i-Sharif. De repente se tiene la certeza de que la faz de Cristo era clara y profunda como esta” R. Michaud)
que las dos contemplábamos a diario y lo considerábamos el hombre más guapo del mundo. Llevaba una cuerda enrollada a manera de turbante y tenía unos ojos penetrantes pintados con kool. La fotografía era de los Michaud.
Cuando los conocí, hace poco, durante un encuentro cultural en Andorra, saltó la chispa y fue emocionante rememorar aquellos tiempos de juventud en que vagábamos por las estepas de Asia Central y nos maravillábamos con todo lo que veíamos.
Entiendo la necesidad que sentían ellos de dejar al fin un testimonio escrito de las aventuras que nos han dado a conocer a través de sus bellísimas fotografías.
Band i Amir, en el Hindu Kush afgano. Autores R. y S. Michaud |
Era necesario escribirlo y dejar constancia de una manera de viajar, de una manera de relacionarse con el otro. Había que explicar la pequeñez del ser humano en medio de un paisaje deslumbrante, extremo, gigantesco, durísimo, vacío. Los Michaud lo saben explicar y su testimonio es un homenaje a las personas que los acogieron y que les franquearon la puerta de su modo de vida austero, ancestral y con los que pudieron disfrutar de esos momentos que como un relámpago llegan en ocasiones inesperadas, quizá simplemente al compartir un trozo de pan o un te, hermanos y hermanas en medio de la inmensidad, la austeridad y la belleza.
Roland y Sabrina Michaud en Andorra (2018) con Albert Padrol y Ana M Briongos |
Poco después de escribir este artículo recibí la noticia de la muerte de Roland el 20 de mayo de 2020 a los noventa años. Descanse en paz.
Para saber más leer Roland y Sabrina Michaud. Las mejores fotografías de Afganistán
3 comentarios:
Ana, tu reseña es maravillosa. Nos recuerda este tiempo fuera del tiempo y de la cotidianidad, el tiempo del viaje. El tiempo del viaje se abre a lo desconocido, a lo libre, a un equipaje liviano y eterno. A ver si nos vemos.
Ha fallecido el 25 de mayo de 2020 en París Roland Michaud. Descansa en paz querido amigo, incansable viajero, pequeño y respetuoso ante la inmensidad del mundo que lo rodeaba. Su compañera de tantas aventuras, Sabrina, se ha quedado sola con sus recuerdos.
Hola Anna. Qui m'ho havia de dir que aquella amiga de l'adolecencia, brillant estudiant de fisica, seria una gran viatgera i escritora. FELICITATS! per partida doble!
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