BLOG DE ANA M. BRIONGOS


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21.2.15

Berkeley huele a jazmín y yo voy al Peet's


La semana pasada llovió en la Bay Area de San Francisco, después de meses de sequía y, de repente, florecieron los jazmines. Ahora al anochecer, en Berkeley, cuando el sol se pone tras el skyline de la ciudad de San Francisco, al otro lado de la bahía, las calles huelen a jazmín y los setos de las casas están cubiertos de pequeñas flores blancas.

                                  

Ayer, temprano por la mañana, al pasar por delante de las dos grandes sequoias sempervivens, aquí conocidas como redwoods, se me ocurrió fotografiarlas. A mi lado se paró un joven. 
- hermosos árboles, ¿verdad?
- sí, impresionantes.
- ¿sabe quién vive en esta casa? 
- no
- aquí vive Goopi.
- ¿quién dice?
- Goopi Goldberg, la famosa actriz.
- ¡ah! 
- tenga un buen día.
- gracias, usted también.
Y siguió su camino.
Paseando por la avenida Shattuk, pasé por la estación del Bart, el metro que lleva a San Francisco y a otras ciudades de los alrededores. Los sin techo dormitaban por las aceras, con sus perros, sus carros de supermercado repletos de cosas y sus mantas. Forman parte del paisaje y nadie parece verlos.

                                   

Mi objetivo era un desayuno en el Peet's de Vine con Walnut, el primer Peet's que abrió sus puertas en 1966, en Berkeley. Fue una revolución para los amantes del café.

                                    

Alfred Henry Peet (1920-2007) fue el artífice. El local se llamaba en su origen, "Peet's Coffee, Tea and Spices". El buen olor a café tostado atrajo a los clientes y la esquina del Peet's se convirtió en la más popular de Berkeley, y fue el origen del actualmente famoso Gourmet Getto, el barrio de los restaurantes.

                                   

El ambiente es relajado. El olor a café, reconfortante, y la música clásica como fondo de animadas conversaciones, agradable. Los clientes leen, corrigen exámenes, preparan doctorados no en vano Berkeley tiene una de las mejores universidades del mundo, trabajan con sus ordenadores o, simplemente, saborean su café y hablan con su vecino o vecina de mesa. Cualquier excusa es buena para iniciar una conversación intrascendente.

                                     

- Me gustan sus calcetines, me dijo ayer la señora que se sentaba a mi lado.
Mis calcetines eran de un azul casi fluorescente con medusas de colores.

1 comentario:

Styrous® dijo...

Un artículo muy bueno de Berkeley; bien hecho.