Es viernes por la tarde, día semanal de fiesta en Irán, es como nuestro domingo. Con mi amiga Jamileh y su hija Sepideh, nos vamos a poner a preparar el surmeh para llenar los recipientes que hemos adquirido en el bazar. Los hemos comprado de madera pero también los hay preciosamente decorados por los miniaturistas sobre hueso de camello. Estamos en Isfahán, la hermosa ciudad iraní donde trabajan centenares de artesanos, cinceladores de metal, miniaturistas, anudadores de alfombras, estampadores de telas....
Sentadas sobre las alfombras del salón preparamos lo necesario: una bandeja, un bol de metal, almendras, avellanas, pistachos, una hoja de papel, una Gillette, una aguja y cerillas.
Jamileh pincha una almendra y la enciende con la cerilla.
Acerca la parte inferior del bol a la llama para que quede incrustado el hollín.
Sigue haciendo lo mismo con el resto de las almendras, las avellanas y los pistachos.
Después con una Gillette, rasca el hollín para que caiga sobre la hoja de papel.
Ya está. Ahora solo falta pintarse los ojos y las cejas para que queden bien negros.
Cosmética ecológica limpia, estéril y barata pues con dos almendras, dos avellanas y dos pistachos llenas el recipiente y tienes para pintarte los ojos durante varios meses.
Aquí os presento algunos recipientes de surmeh de mi colección que ya llega a los cuarenta y que he ido trayendo de mis viajes a Irán.
Son de hueso de camello.
En la tienda de Persian Art Gallery de Masud Beheshtí y Reza Toughi, cerca de la gran plaza de Isfahán, tienen maravillas. Cuando voy a visitarlos lo hago sin prisas. como hay que hacer cuando viajas. Me siento, me ofrecen un té, se sientan conmigo y charlamos. Después admiro los recipientes de surmeh y las cajitas que exponen en las vitrinas. Alguna me llevaré, siempre compro alguna para mi colección.
Abren la caja fuerte y me enseñan las miniaturas carísimas que guardan en ella. Aunque mi presupuesto no alcanza para eso, me gusta admirarlas.
Isfahán me tiene fascinada.