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27.4.17

Elecciones presidenciales en Irán, mayo 2017

Ana M. Briongos


Estas serán las duodécimas elecciones presidenciales en Irán desde la Revolución Islámica de 1997 y las 36 si contamos las elecciones al Parlamento, la Asamblea de Expertos y las municipales. El próximo 19 de mayo tendrán lugar no solo las elecciones a presidente de la República Islámica sino también a alcaldes y concejales de las ciudades y pueblos de Irán.


Los seguidores del actual presidente, Rouhaní, creen que durante sus cuatro años de mandato ha conseguido mejorar la situación del país aunque reconocen que no ha logrado todo lo prometido. Sus detractores aseguran que la situación económica de los iraníes no ha mejorado en absoluto, aunque según el Fondo Monetario Internacional  Irán ha tenido un crecimiento del 7% en 2016, pero éste se atribuye casi exclusivamente a las ventas de petróleo.


Hace casi un año y medio de la firma del tratado nuclear y, a pesar de que las relaciones económicas con los países occidentales han mejorado, lo están haciendo a un ritmo más lento de lo esperado y pocos bancos se han decidido a instalarse en Teherán por miedo a la inestabilidad de la zona y a la inseguridad de las promesas dadas. Sin embargo Irán ha aumentado las exportaciones de petróleo y también las inversiones extranjeras.


En Irán cualquier ciudadano que cumpla unos mínimos requisitos puede apuntarse para ser candidato a presidente, por ello no es de extrañar que este año se hayan registrado hasta 1600 inscripciones, entre las cuales hay de todo desde personas instruidas y serias hasta gente del campo sin cultura alguna y hasta bromistas y bufones. Los medios de comunicación orquestan este juego y las redes sociales se llenan de videos de pretendientes a candidato que desatan la hilaridad del personal. Este año la fecha límite para la inscripción era el 15 de abril y el 20 del mismo mes el Consejo de Guardianes, después de estudiar los casos, decidió aprobar 6 candidatos.


Uno de los candidatos es el actual presidente Rouhaní que, según la ley establece, puede optar a un segundo mandato. De los restantes cinco, sólo dos parecen ser competidores reales para Rouhaní. Uno es Ebrahim Raisí que en la actualidad es responsable de la poderosa fundación que custodia el mausoleo del emam Rezá, el octavo emam chií, en Mash’ad, y Mohammad Bagher Ghalibaf, alcalde de Teherán desde 2005, ex jefe de la policía de Irán, y competidor de Rouhaní en las elecciones de 2013.


Raisí es doce años más joven que Rouhaní y clérigo como él. Es poco conocido. Se sabe que lleva una larga carrera al servicio de la República Islámica. Es doctor en jurisprudencia islámica y leyes y ha ejercido de juez en diferentes partes de Irán. Es miembro de la Asamblea de Expertos, igual que el actual presidente. Tanto Raisí como Rouhaní han alcanzado la categoría de mujtahids que es el nivel más alto de comprensión de las leyes religiosas. Sin embargo a Riasí le falta experiencia en el campo de la política y carisma. Se le ha nombrado en varias ocasiones como posible sucesor de Jamaneí, el Guía de la Revolución. Él mismo asegura que no pertenece a ninguna facción política, que se siente equidistante de cualquiera de ellas y que representa a todos los iraníes pero nadie puede negar que es un conservador de la línea dura y le presentan las facciones conservadoras. Además empieza a mostrar ciertas semblanzas con el anterior presidente Ahmadinejad. Se ha paseado amigablemente en público con Said Yalilí que fue el negociador nuclear en el gobierno de Ahmadinejad y que es muy crítico con el actual presidente y con el tratado que firmó hace un año y medio. A pesar de la tendencia de Raisí al populismo, su lenguaje es mucho más contenido que el de Ahmadinejad y, a diferencia de éste, no se lanza a criticar desaforadamente a sus contrincantes.


Ghalibaf, también conservador, seglar, es bien conocido por los iraníes pues es la tercera vez que se presenta a las presidenciales. En su campaña pone énfasis en el desempleo, promete que creará 5 millones de puestos de trabajo y que conseguirá que la renta familiar de los iraníes se duplique. Economistas importantes afirman que eso es imposible pero es una manera de conseguir votos entre la población que está muy preocupada por el desempleo.


Rouhaní pone énfasis en otro tema y dice: “¿Qué queremos? Empezar una confrontación con el mundo y volver a vivir bajo la inquietante sombra de una guerra o seguir trabajando para conseguir una interacción honorable con el mundo.”

Y añade: “debemos decidir en estas elecciones si queremos seguir en el camino de la libertad de expresión o no”.


Parece que lo sensato sería conceder mediante las votaciones una segunda legislatura al actual presidente pero estamos en un momento en que la sensatez parece haber desaparecido del mundo. Primero llegó Trump y ahora las elecciones en Francia nos muestran su cara más inquietante. Esperemos que los iraníes no sigan esta tendencia.

14.4.17

Saadí Shirazí, el poeta viajero del S. XIII



Saadí, el viajero, es el príncipe de los poetas persas; delicado y elegante, sabio e indulgente, pero a la vez, crítico con las debilidades y las locuras de los hombres.


Saadí nació en Shiraz, el país de las rosas, hoy en Irán, unos dicen que nació en 1184 otros en 1209, y quedó huérfano de niño.


A los doce años le mandaron a estudiar a Bagdad, ciudad en aquel tiempo muy importante pues era la sede del califato, y en cuya universidad enseñaban los sabios más prestigiosos de mundo oriental. Allí tuvo de profesor al venerado místico y erudito Sohravardí que fue su mentor y al que él consideraba su guía espiritual.


Al término de largos años de estudios coránicos, empezó su vida viajera que era como una iniciación impuesta a los discípulos espirituales del sufismo pero, a la vez, forzado por la inseguridad en aquellos territorios provocada por la invasión mongol.



Realizó una serie de viajes cuya cronología es incierta. A los veintiséis años, cuando era ya conocido como poeta, visita Kashghar. También quería ir a La Meca, como buen musulmán que era. Pero en Siria fue hecho prisionero por los cruzados y enviado a trabajos forzados. Ya liberado desciende por el Eufrates hasta Kufa, luego va a Basora donde llega sin dinero ni para comprarse unas sandalias y emprender la travesía del desierto. Pero consigue finalmente terminar su peregrinaje que más adelante repetirá en varias ocasiones.


También viajó a la India desde donde a través del Océano Indico llegó al Yemen, pasando, según parece, por la isla de Kish e incluso por la costa de Abisinia. En Sanaa, capital del Yemen, se casó y perdió un hijo. Desde allí viajó a la Meca por tierra y visitó Egipto y el Magreb, pero, como dice Henri Massé, sus explicaciones son tan imprecisas que podría haber estado en cualquier lugar, incluso habérselo inventado en algunas ocasiones.

Visitó Jerusalén, vivió en Damasco y en Asia menor y regresó finalmente a su tierra natal, Shiraz, donde tenía amigos y admiradores pero también detractores.


Saadí es un moralista al que le gusta explicar anécdotas, por algo las ha acumulado durante sus largos viajes, y también le gusta dar consejos de buena conducta.

No es un doctrinario, sino que disfruta comunicando la experiencia de la vida.



Fue educado con severidad y asegura que a un niño mimado le espera un futuro lleno de sufrimiento y aconseja a los padres enseñar a sus hijos un oficio manual que les permitirá sobrevivir en cualquier lugar en caso de exilio.


Saadí es contemporáneo de Dante alighieri, Ramon Llull, Marco Polo, Gengis Khan.


Saadí es un místico, un derviche, que está más allá de las querellas religiosas.


Y, como dice Claude Huart, su obra es un milagro y el milagro es la prueba de la santidad.

Por eso es venerado en Irán y su tumba visitada en peregrinación con el mismo respeto con que se visitan las tumbas de los imanes.


“Los viajes alegran el espíritu y ofrecen oportunidades, viajando ves maravillas, oyes cosas singulares, conversas con amigos, adquieres dignidad y buenas maneras… Por eso los sufíes dicen: “Mientras te quedas como secuestrado en tu tienda o en tu casa, nunca ¡oh! hombre vano, serás un hombre. Sal y recorre el mundo antes de que llegue el día fatal en que habrás de dejarlo”” (párrafo de su obra "Golestán", el jardín de las rosas)

7.4.17

Tener un perro en Irán



Los que habéis viajado a irán, ¿no os habéis preguntado cómo es que no se ve a nadie paseando un perro por la calle?

Tener un perro como mascota en Irán, es un problema. 

Los campesinos iraníes tienen perros que les sirven para sus labores de guarda o pastoreo. La policía iraní tiene perros para buscar droga, especialmente en la zona fronteriza con Afganistán de donde procede su mayor parte, o para buscar desaparecidos como consecuencia de los frecuentes terremotos. Pero los ciudadanos iraníes, los que viven en las ciudades, no pueden tener perro, está prohibido. No se puede salir a la calle a pasear el perro. Hay que hacerlo con nocturnidad y alevosía, por decirlo de alguna manera, de escondidas. Pero, a pesar de ello, hay familias que tienen perro. Es una manera de rebelarse.

Es como el caso de las antenas parabólicas. Están prohibidas, pero todo el mundo tiene una medio camuflada en la azotea o en el jardín. El caso de los peros es diferente porque es algo minoritario, pero es una más de las prohibiciones que impone el régimen de los Ayatollás y que a muchos les parecen exageradas. 

Razón de la prohibición de parabólicas: entrada de ideas y propaganda occidental. Razón de la prohibición de tener perro-mascota: costumbre occidental, consumismo, suciedad.

A pesar de la fatwa emitida por el ayatollah Shirazí hace unos años, el aumento de perros en ciertos ámbitos de las ciudades iraníes es evidente y se nota por el aumento de clínicas veterinarias. Se dice que en los barrios altos de la ciudad de Teherán es donde ha crecido más la tenencia de perros, cosa lógica si tenemos en cuenta que es la zona donde viven las familias pudientes y occidentalizadas. Sin embargo mi experiencia es bien diferente. 

La familia que me acoge cuando voy a Isfahán tiene un perro. Es un perro pequeño, blanco y peludo que corretea por la casa sin cesar. La familia es religiosa, leen el Corán y rezan cuando toca, y las mujeres llevan pañuelo incluso dentro de casa cuando está mi marido. Pero no son gente de mezquita, ni les gusta el clero y lo que representa en el Irán actual. Sus vecinos también son religiosos. Ninguno se ha quejado por el perro antes al contrario, lo aceptan encantados. Ello me hace pensar que no es cierto, como se dice, que los musulmanes consideren los perros y, en general, a los animales de compañía como algo impuro. Dicen que las normas religiosas exigen lavarse las manos después de tocar a un perro pero esto no es una norma religiosa sino algo higiénico y de sentido común.




En diciembre de 2016 se publicó un artículo en El Mundo de Zahida Membrado, autora del texto y de las fotos, con información detallada de un refugio para perros abandonados cerca de Teherán, donde acogen a más de setecientos perros y cuyos cuidadores son voluntarios amantes de los animales. Se llama Wafa.



La primera y la última foto son de Behrouz Mehri y aparecieron en un artículo de Angeles Espinosa para El País en el que también hablaba de perros en Irán.