En Baroda y Ahmedabad, dos grandes ciudades de Gujarat, en la India, está de moda entre las muchas jóvenes que se mueven en moto por las calles llenas de tráfico, el llevar la dupata o chal colocado de manera que solo se les ven los ojos. Así se tapan la boca y la nariz para no tragar los gases contaminantes que despiden los tubos de escape y a la vez protegen su pelo de la suciedad. No se trata del velo o hejab de las mujeres musulmanas, nada de eso, estas chicas son hindúes o jaines y también las habrá musulmanas. Pero en la calzada y sobre sus velomotores todas van embozadas. Lo curioso es que los chicos motoristas no se tapan la boca con un pañuelo, parece ser que a ellos no les importan los gases.
Dos de esas muchachas que iban a subir a una misma moto me comentaron, mientras se ataban en el cogote la tela que las cubría, que les encantaba recorrer las calles con esa indumentaria, que se sentían fuertes y modernas y que eran cientos las chicas que se movían de esa guisa por su ciudad. Formaban parte de una especie de clan, así lo sentían ellas. Cuando partieron con los velos ondeando en el aire parecían abejas voladoras.