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25.1.09

Los "pahlavan" de las "casas de fuerza" en Irán


He aquí unas fotos antiguas donde posan algunos pahlavanes o gimnastas-luchadores de las zurjané o casas de fuerza, los gimnasios tradicionales de Irán, antiguamente centros de artes marciales. En estos espacios circulares con gradas para los espectadores, los gimnastas realizan sus ejercicios al son de un tambor que acompaña a la voz del recitador. Éste entona versos de la epopeya iraní Shahnamé o "libro de los reyes" que escribió el gran poeta Ferdowsí en el siglo XI. El pahlavan representa, no solo la fuerza y la destreza física, sino también la integridad moral, la caballerosidad y, en definitiva, el ser un hombre de bien, lo que en Irán se conoce como javanmardí.
Es bien conocida la excelencia de los deportistas iraníes en lucha libre. Su participación en olimpiadas y campeonatos del mundo se acostumbra a saldar con medallas de oro o de plata.
En las zurkhanehs se practican ejercicios con unas mazas de madera en forma de trompo que voltean por el aire y también la lucha libre.
Aunque se trata de una institución muy antigua, si nos acercamos a los últimos siglos de nuestra era veremos que en tiempos de la monarquía Qajar las zurkhanehs fueron muy populares y promocionadas por el rey y la corte. Con la ascensión al trono de Reza Shah cayeron en desprestigio, situación que se mantuvo durante el reinado del último shah, Mohammad Reza Pahlaví. La participación de algunos pahlavanes en los grupos de bandidos pagados por el régimen para desbaratar las manifestaciones en favor del entonces popular y muy querido primer ministro Mossadeq, eliminado tras un golpe de estado organizado por la CIA en 1953, contribuyó al desprestigio.
Aparte de éstos, ha habido siempre aquellos que han cumplido con las características que se exige a un pahlavan, bondad, compasión, rectitud moral. Entre ellos está el muy querido Gholamreza Takhtí.
Este artículo está en construcción.
Actualmente siguen en funcionamiento zurjanés en Teherán, Yazd, Isfahan, y otas ciudades.

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14.1.09

El nuevo turismo de guerra en Afganistán

Fuente: EL MERCURIO, Santiago de Chile

Sábado 2 de Febrero de 2008.

Ex escala de la "ruta hippie", hoy zona de combate: El nuevo turismo de guerra en Afganistán. Lonely Planet publicó recientemente una guía de viaje para quienes se aventuren a visitar este golpeado país. No son muchos los interesados -la mayoría trabajadores humanitarios- y no es para cualquiera. JEAN PALOU EGOAGUIRRE.
"NO VAYA". La advertencia se repetía con letras grandes en las escasas páginas sobre Afganistán de la guía de viaje de Lonely Planet Asia Central escrita en 1973. Entonces, el país aún era parte de la llamada "ruta hippie", que hipnotizaba a los viajeros bohemios con la ciudad medieval de Herat, las asombrosas montañas y los Budas gigantes del valle de Bamiyan, y la hospitalidad de los afganos. En los siguientes 30 años, Afganistán fue invadido por la URSS, los "señores de la guerra" se enfrentaron entre ellos, los talibanes se tomaron el poder y el país fue intervenido por EE.UU. tras los ataques del 11-S; y la ya clásica guía para viajeros -que ha publicado más de 650 títulos- nunca actualizó esa primera versión. Fue entonces que el británico Paul Clammer recibió el llamado de Lonely Planet. Motivado por la lectura de "Viaje a Oxiana", considerada por algunos como la "biblia" de los libros de viaje, escrita en 1937 por Robert Byron, Clammer había visitado por primera vez Afganistán en 2001, pocas semanas antes del 11-S. "Era fascinante ver el país al mando del régimen talibán. Era un lugar muy triste", señala a "El Mercurio". Estaba buscando la forma de volver, cuando le encargaron escribir la recientemente publicada "Lonely Planet Afganistán".
A quienes les contó de su objetivo, sobre todo de que quería viajar en transporte público, le dijeron que estaba "loco". Mal que mal, se trata de uno de los países con el mayor número de minas antipersonales, y en el seco sur y este -en provincias como Helmand, Oruzgan, Zabol y Kandahar- los talibanes aún tienen fuerte presencia. Tal como otras guías, la de Afganistán tiene sugerencias sobre dónde comer, dónde dormir y qué lugares ver en cada región. Pero aquí el apartado sobre "peligros" tiene un lugar especial, con contactos con agencias de seguridad y lugares donde informarse "en caso de...". Además, se destaca que no es un viaje para "mochileros".
"La guía está dirigida a personas que van al país a trabajar, principalmente profesionales que van a hacer trabajos humanitarios", indica Clammer. "Aún no es tiempo para hablar de un viaje recreativo a Afganistán".En la guía, Clammer lo explica así: "No es un país para cualquiera. Quizás ni siquiera para la mayoría de la gente. Pero es excitante, adictivo y el más amistoso país en el mundo para el bolsillo. ¡Y todo el mundo va a amarte si le mandas una postal con una estampilla de Kabul!".Dominic Medley, autora de "The Survival Guide to Kabul" (editorial Bradt, 2003), coincide con Clammer. "No recomendaría a un turista común y corriente sólo llegar e ir a Afganistán", señala a "El Mercurio". "Una visita vale mucho la pena, pero debes estar preparado y tener un buen punto de partida. No sería muy inteligente simplemente aterrizar en el aeropuerto y tomar un taxi".Medley llegó a Kabul en 2002 a la cabeza de la ONG Internews, que provee equipos de radio y entrena a reporteros locales. "Apenas cayó el régimen talibán supe que tenía que estar ahí. Hay muchas historias en Afganistán: de las buenas y de las malas", dice esta periodista, quien ha sido testigo del desastre de los ataques suicidas.
Según Medley, la "situación de seguridad en el país es peor ahora de lo que era en 2002", cuando escribió su libro. "Los turistas siguen visitando Kabul y lugares históricos como Bamiyan, Herat y Mazar en el norte. Pero el sur y el este de Afganistán están fuera de los límites, debido a las operaciones militares", afirma. ¿Cómo hacerlo entonces?
Aunque parezca extraño para un país en guerra, existe un par de agencias de turismo en Kabul, las que -dadas las características de los viajes- en Afganistán no sólo son de "turismo", sino también de "logística". Muqim Jamshady, gerente de Afghan Logistics & Tours, cuenta las precauciones que toman con los turistas: "Nosotros viajamos sólo a áreas no peligrosas, con nuestros propios guardias de seguridad. El ministerio del Interior nos ha dado la licencia para proveer seguridad a nuestros clientes; ellos están bien entrenados y saben cómo manejar una situación de violencia".Jamshady prefiere ver el vaso medio lleno. "Afganistán es un país que ha estado en guerra durante las últimas tres décadas, y necesitamos mucho tiempo para recuperarnos, pero no es tan inseguro como lo muestran los medios", asegura. "El país ha sido invadido por Alejandro Magno, los mongoles, los británicos, los rusos y golpeado por los talibanes y el 11-S (...), pero cuando la gente visita el país, ven la hospitalidad afgana, sus áreas históricas y su belleza".Medley apunta en la misma dirección: "Afganistán fue un destino turístico muy popular antes y podría serlo de nuevo, pero tomará tiempo. La mayoría de la gente quiere darles la bienvenida a visitantes extranjeros de nuevo. Por mucho tiempo, ellos han estado alejados del mundo, y ahora quieren integrarse a él".Clammer, quien también escribió una guía sobre Sudán, es aprensivo. "Afganistán tiene un inmeso potencial turístico. Es uno de los países más increíbles para visitar, pero aún no es tiempo de planificar unas vacaciones ahí". ¿Algún consejo de seguridad? "La opción más segura es simplemente ¡no ir!", exclama.
Algunos destinos:
Kabul: Tras ser destruida por los muyajedines, poco a poco ha vuelto la vida a la capital. Según "Lonely Planet", la ciudad "por lo general es tranquila, siendo el principal riesgo el tráfico vehicular". Un problema es la "tos de Kabul", por la alta contaminación. ¿Atracciones? El comercio en la "Chicken Street", donde se pueden regatear alfombras y artesanías de lapizlázuli.
Minarete de Jam: Esta torre de 65 mts, del siglo XII, es el primer sitio declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en Afganistán. Cuidado con los traficantes de opio y las luchas entre facciones.
Herat: Esta ciudad medieval -escala en la Ruta de la Seda- tiene edificios históricos como la Mezquita del Viernes o la Ciudadela de Alejandro Magno, pero algunos han sido dañados en conflictos bélicos. Fue dirigida con mano de hierro por los talibanes, pero hoy es una de las ciudades más prósperasMontañas de Tora Bora: Conocidas por ser el refugio de Osama Bin Laden tras las invasión de EE.UU., el gobierno busca convertir estas desérticas montañas y sus cuevas -verdaderos búnkers interconectados entre sí- en puntales del "turismo de guerra". "Siempre soy optimista sobre mi país. Tenemos mucha energía para reconstruirlo, y las generaciones jóvenes, que nacimos y crecimos en la guerra, estamos cansados de ella".
MUQIM JAMSHADYO. Operador turístico.

7.1.09

Cierran el despacho de Shirin Ebadi

La abogada iraní Shirin Ebadi, conocida por su defensa de los derechos humanos en Irán y premio Nobel de la paz 2003, denunció hace unos meses haber recibido amenazas de muerte contra ella y su familia. Según Courrier International el presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, reaccionó en aquella ocasión pidiendo al jefe de policía la protección de la magistrada y de sus familiares.

Los problemas no terminaron aquí. El domingo 21 de diciembre pasado la policía clausuró las oficinas de su ONG para la defensa de los derechos humanos. Unos días después, el lunes 29 de diciembre, registraron y clausuraron el despacho de la señora Ebadi, que pudo llevarse dos ordenadores y los dossiers de una parte de sus clientes. Shirin Ebadi ha actuado en numerosos casos judiciales relacionados con los derechos humanos, como el de Dariush y Parvaneh Forouhar, intelectuales asesinados en 1998 cuando se produjo una serie de asesinatos de disidentes, el de Zahra Kazemi, periodista irano-canadiense muerta en Teherán en 2003. También defendió al disidente Akbar Ganji o a intelectuales acusados de espionaje como Haleh Esfandiari.
Para justificar el cierre, las autoridades alegan que el centro no posee los permisos necesarios para llevar a cabo sus actividades pero, según el periódico de los iraníes en el exterior, Rooz, la señora Ebadi había presentado todos los documentos necesarios cuando hace seis años abrió este local. Una reunión prevista allí el día del cierre con ocasión del 60 aniversario de la Declaración universal de los derechos humanos sería la causa de la clausura.
"Evidentemente lo ocurrido no es una noticia positiva para otros activistas por los derechos humanos en Irán, pero mis colegas y yo seguiremos con nuestro deber bajo cualquier circunstancia" declaró Shirin Ebadi a France-Presse.

Se dice que el Gobierno iraní quiere forzar a Ebadi a marcharse del país y se convierta así en una figura que, como muchas otras, da conferencias aunque sean de denuncia pero lejos del territorio, como le ocurrió a su colega, la activista Mehrangiz Kar que vive en la actualidad en Estados Unidos.


La fachada de la casa de Shirin Ebadi con pintadas donde se la acusa de americana, hechas por grupos de manifestantes afectos al régimen que proferían amenazas.



3.1.09

El harén de Nasser od-Din Shah Qajar, el rey fotógrafo.



Estas son algunas fotos tomadas por el rey iraní Nasser od-Din (1848/1896), de la dinastía Qajar, en su harén. Sus esposas y concubinas lucen unas faldas cortas parecidas a los tutús que vió el rey en los ballets de París. A su regreso a Irán, dicen los que han estudiado esa época, el shah introdujo la nueva moda entre las mujeres de su harén. Moda, por otra parte, que no trascendió a la población y que solo él fotografió. Cuando se abrieron los archivos fotográficos del Palacio Golestán de Teherán, apareció este tesoro de imágenes extraordinarias. Nasser od-Din Shah era un gran aficionado a la fotografía. Sus viajes a Europa le convirtieron en un admirador de los avances tecnológicos que allí se producían.
















La favorita del rey, Anis al-Doleh tocando el armonium que su esposo le había traído de Europa.
En la primera foto más arriba, aparece ella misma en posición reclinada. En la segunda foto Anis es una de las dos muchachas, poco tiempo después de llegar al harén, y antes de que las delicias culinarias de palació la pusieran de buen ver.
Las cejas unidas eran un signo de belleza en la época Qajar. Hoy en día hay modernas muchachas iraníes que recuperan aquella estética y se muestran hermosas y cejijuntas.